miércoles, 10 de junio de 2009

LA IMPORTANCIA DE UN BUEN MARKETING

A estas alturas, creo que todos tenemos claro lo importante que es un buen marketing a la hora de vender cualquier producto. Incluso un libro, que por muy cultural que sea, no deja de ser un producto sujeto a los vaivenes del mercado. En este caso, el mercado editorial, donde los departamentos de Marketing tienen cada vez más peso y más responsabilidad a la hora de dar a conocer nuevos libros. ¿Y qué autor no se ha devanado alguna vez la sesera, por si se le ocurre alguna fórmula mágica (y que no le cueste dinero, porque no están los tiempos para dispendios) para lograr que la historia en la que ha invertido tantas horas de trabajo y en la que ha depositado un montón de ilusiones, sea un poquito más visible en la abigarrada mesa de novedades?


Bueno, pues parece que en otros ámbitos la gente no para de discurrir y están proliferando iniciativas de lo más curiosas para vender. Ayer venía en la contraportada de Heraldo de Aragón el artículo La vida tras el cristal. Habla de una pareja joven que vivirá durante siete días en el escaparate de la tienda que tiene La Oca en la Gran Vía de Zaragoza, dentro de una especie de pisito que les ha montado el establecimiento. Como dice el autor del artículo: “un Gran Hermano en mitad de la ciudad”. Aunque al parecer, todo es fingido, porque los jóvenes no son pareja, sino actores contratados para el evento.


No he pasado estos días por la Gran Vía y sólo he visto el experimento en algún vídeo de YouTube. Dicen que también se puede seguir por Facebook. Según dice el artículo, para que todo sea más realista, la pareja recibirá visitas de sus amigos o parientes, y se ha llevado hasta fotografías, deuvedés e incluso libros: El niño del pijama a rayas y uno de Millás. Ganas me dan de regalarles un ejemplar de Días de menta y canela para que lo lean dentro de su pecera y de paso, le hagan algo de publicidad, que eso nunca está de más.


Y ya puesta, aprovecho para discurrir métodos de promoción de cara a próximas publicaciones. Se me ocurre que podría montar en cualquier plaza concurrida un teatrillo que represente escenas de mi nueva novela. Preferiblemente algún capítulo erótico-festivo que dé que hablar al personal. O igual me ofrezco a los de la tienda para que me dejen ser la siguiente que ocupe su pecera. Podría escribir allí mis historias en vivo y en directo. Aunque me temo que despertaría poco morbo ver a una mujer dándole a la tecla con una taza de café al lado. Habría que aderezarlo de alguna manera. Tal vez tomando ginebra en lugar de café. Así, los curiosos podrían ver cómo una persona empieza el día sobria y termina tan beoda como Jack Lemmon y Lee Remick en Días de vino y rosas. ¡Qué morbazo! Lo malo es que yo daría con mis huesos en Alcohólicos Anónimos y no me apetece nada. Aunque, por otro lado, podría conseguir que alguien filmase un documental con mi rehabilitación, que se podría vender acompañado de un libro-testimonio. Escrito por mí, claro. ¡Uf, qué agotada iba a acabar con semejante tinglado!

Además, el alcohol es malo para el cutis y el dinero que ganara con esta iniciativa se me iría en financiarme un lifting, o un jeringazo de bótox que me pondría cara de susto. Casi mejor me quedo como estoy, con mis muchas tazas de café al día y la pacífica soledad de mi cuartito de escribir. Esto de discurrir estrategia originales de marketing es demasiado complicado. Se lo dejo a los que saben.


Nota; Después de varios intentos infructuosos de incluir un vídeo, que me han dejado frustradísima (no sé qué le pasa a Blogger que está tonto), hoy pongo solamente el link con YouTube:

7 comentarios:

Anónimo dijo...

ya no sé qué más hay que hacer para venderlo todo... los publicistas/periodistas cada vez son más originales rayando lo friki en ocasiones, cuando no faltando lo decoroso (me refiero a vender la vida rosa)... pero tranquila Carmen, que muchos leerán tus libros cuando otros lectores hablen de los días que pasaron atrapados en la menta y encandilados por la canela de tus hojas.
yo ya he hecho mi campaña particular de marketing a mis amig@s.
besos.
mon.

39escalones dijo...

Pues sí, con la tontería han conseguido que se hable de la tienda. Ahora, espero que hayan tenido más éxito con la gente que conmigo: ni sé qué tienda es, ni sé qué puñetas venden, ni tengo ninguna intención de pasarme a cotillear a la (falsa) pareja esa, que me da igual. Es más, como me parece una gilipollez manifiesta, si han conseguido algo conmigo es el efecto contrario, no hacerles ni p... caso.
Saludos.

Carmen Santos dijo...

Mon y Alfredo: Me reconfortan vuestros comentarios. Os juro que a veces me pregunto si hoy en día, una empresa o persona que no organice su publicidad a base de friquerías o campañas estrafalarias conseguirá vender algo. Porque mira que discurren algunos cosas raras para llamar la atención. Es alucinante.
Besos

Anónimo dijo...

Dejalo como está Carmen que a ti no te hacen falta estos experimentos; como dice anónimo ya te hacemos nosotros el marketing, bueno mejor dicho, te lo haces tu sóla con las obras que escribes. Ahora mismo me tienes atrapado con "La cara oculta de la luna" que espero acabar esta misma noche, y no necesita otra promoción qe disfrtar de su lectura.

Muy buena tu cónica no obstante sobre esta aventura publicista.

Un beso (me voy a seguir leyendo)

Anónimo dijo...

Se me olvidaba, la promoción de "Días de menta y canela" ya lleva fncionando bastante tiempo entre mis gentes, jejeje

carmen dijo...

Carmen a ti no te hace falta ningún especialista en marketing,tu solica lo haces fenomenal.
Yo llegué a ti por un comentario que hiciste en 39,y ya me he pasado por la feria a comprar tu libro Días de menta y canela y me lo estoy leyendo,por cierto ,me encanta,y sigo tu blog porque me gusta .Y blogs hay muchos.....te mando una cosa que me escribió una de mis hijas,es un poco largo,pero va un poco de lo que cuentas.
Saludicos.

IDEA PARA ESCAPARATE!!! BUENISIMA!!!

Cómo se me ha ocurrido? Muy curioso...

Pasando por delante de Galerías Lafayette, París. Vi que la gente se acercaba a ellos como si de un imán se tratara y vi que todo el escaparate estaba pintado de blanco como para un cambio de exposición y que como a modo de graffitis había dibujos quitando esa pintura blanca de tacto escayola y varios puntos donde había huecos de mayor tamaño. Y enseguida pensé. Olé! (como buena española) por el que se le haya ocurrido la idea. Por que si algo tienen los escaparates de Lafayette es que son más bien sosos, (no son los de VinÇon) y ese tipo era un genio del marketing había conseguido que el 90% de nosotros se acercara a ver que se cocía detrás de dichos espacios sin pintura. Y es que la raza humana somos así (si Darwin levantara cabeza). Cómo me iba a quedar yo sin ver lo que había detrás de toda esa pintura? me acerqué a ver que es lo que quería enseñar aquel tipo con todo aquel montaje. Acerqué mis ojos a un buen vacío de aquellos que me permitiera ver ese escaparate en su totalidad, cuando:
Noooooooooooooooo, el escaparate más visto de la ciudad, el imán de personas, el abductor de todas aquellas miradas era un escaparate en proceso. Vamos, que lo que yo creí que era una estrategia de marketing, una idea sin competencia ,resultó ser lo que era, un escaparate en obras????

Me parece increíble que nadie reparara en como las personas desviaban su rumbo y esperaban casi turno para mirar aquello.

Mucho escaparate viviente, mucho maniquí mono, mucha estética... En que estamos pensando?

Un escaparate es eso, un escaparate. No se necesita que quede bonito señores, de lo que se trata es de que lo miren!!! De que nos sirve que sea impresionante si la gente no lo mira?

Y es que como dice mi abuela, basta que nos prohiban algo......

Carmen Santos dijo...

Muchas gracias por tus palabras, Ernesto. Y me alegro un montón de que te tenga atrapado "La cara oculta de la luna". No sabes la ilusión que me hace.
Besos


Muchas gracias a ti también, Carmen. Y muy bueno el texto de tu hija. Es una gran observadora. La situación que describe me recordó un poco a cuando vemos en la calle que alguien mira fijamente a un punto lejano, nosotros miramos también por curiosidad (y porque pensamos que habrá algo interesante que ver), nos imitan los que vienen detrás porque les despierta el morbo y al final, hay un enorme grupo de mirones escrutando la lejanía sin saber qué narices están mirando. Nada, que los humanos somos como somos.
Saludicos


NOTA: Muchos thankyous a todos los que habéis recomendado "Días de menta y canela". Eso es lo más bonito que le puede ocurrir a un libro.