Si estáis en Zaragoza y os apetece charlar conmigo sobre literatura, sobre mis libros y otras muchas cosas, allí nos veremos.
Este blog nació para hablar de un libro, pero ha crecido y ahora le apetece hablar de todo un poco
viernes, 30 de mayo de 2008
ENCUENTRO CON LOS LECTORES
Si estáis en Zaragoza y os apetece charlar conmigo sobre literatura, sobre mis libros y otras muchas cosas, allí nos veremos.
miércoles, 28 de mayo de 2008
TAL COMO ÉRAMOS
Vi Tal como éramos en Valencia, nada más volver de Alemania a los dieciséis años. Estaba en pleno descubrimiento de un país que mis padres me habían enseñado a idealizar hasta lo irreal. Adaptándome a otro idioma, a un nuevo instituto, a nuevas amigas. Recuerdo la luz anaranjada de Valencia, la proximidad del mar, la emoción de ir a un instituto mixto cuando en Alemania estudiaba en uno de chicas, y un amor platónico cuyo objeto de deseo jamás debió de enterarse de los sentimientos que despertaba en mí. Mucha inseguridad, desconcierto, sueños de adolescente e infinidad de incógnitas. Como corresponde a esa edad. Y aún así, a pesar de que ahora me siento mucho más a gusto dentro de mi piel que entonces, recuerdo esa época con la serpiente de la melancolía enroscándose ladina en la boca del estómago. Quizá por lo lejos que va quedando esa etapa de mi vida, más que por lo feliz que llegara a ser entonces.
Por eso, y por las extrañas cadenas de imágenes que engarza la memoria, llevo recordando desde ayer esta película y la canción que puso de moda Barbra Streisand, mezclando todo ese cóctel con mis propios recuerdos. De vez en cuando, apetece refocilarse en la nostalgia. Y para echar las sales a este baño de melancolía terapéutica al que tenemos derecho de vez en cuando, aquí la escena final de Tal como éramos. Preparemos los pañuelos.
martes, 27 de mayo de 2008
PRESENTACIÓN DE MAGDALENA LASALA
Intervendrán la autora, la periodista Marian Rebolledo y el editor, Joaquín Casanova.
viernes, 23 de mayo de 2008
MÚSICA Y LECTURA PARA EL FIN DE SEMANA
Billie Holiday nació en 1915 y murió en 1959, a la edad de 44 años, con el cuerpo y la voz machados por las drogas y el alcohol. Según sus biografías, tuvo una vida muy desgraciada. Sufrió una violación de niña, se prostituyó, estuvo en la cárcel y pasó por muchas decepciones sentimentales. A pesar de todo, sus últimas grabaciones no son los estertores de una mujer moribunda, ya que su forma de cantar, su sensualidad y ese toque melancólico que siempre impregna sus canciones compensan con creces lo castigada que estaba su voz en esa época.
Una frase que le atribuyen a la sublime Billie (suelo ser muy escéptica con las citas que la gente adjudica a los mitos, porque siempre me pregunto si serán realmente suyas, pero ésta la doy por buena):
Don't threaten me with love, baby. Let's just go walking in the rain
Y para quien tenga ganas de leer, aquí el enlace a Perdido, un cuento melancólico que escribí hace ya unos cuantos años con el jazz como música de fondo.
miércoles, 21 de mayo de 2008
BLOG DE CELIA SANTOS
Bienvenida al mundo de los blogs, Celia. Tiene muy buena pinta.
lunes, 19 de mayo de 2008
TANGO EVENING IN COPENHAGEN
Esa tarde arrastrábamos nuestra melancolía hacia la abarrotada calle peatonal Stroget, en busca de algo de calor entre las aglomeraciones humanas. En la plaza del Ayuntamiento vimos de lejos un caleidoscopio de manchas rojas y negras entremezclándose al son de una música que sonaba a tango. De cerca, el caleidoscopio era un grupo de tangueros pálidos que se movían al son del Libertango de Piazzola. Las notas del bandoneón se ondulaban entre sus piernas como serpientes de fuego en un mar de hielo. Ante la fachada rojiza del ayuntamiento, un cartel de fondo carmesí anunciaba: Tango Evening in Copenhagen. Sobre la improvisada pista de baile, un hombretón rubicundo, vestido de negro, con la barriga prisionera de un chaleco escarlata, intentaba enredar a su pareja en el laberinto erótico del tango, sin aplastarle los piececitos embutidos en zapatos de charol con tacón de estilete. Una valquiria muy alta se movía garbosa dentro del traje azabache y protegía entre sus brazos a una sirena del Báltico ataviada con ceñido vestido rojo y medias negras de rejilla. Otro señor gafudo de aire patoso ponía en práctica, con nórdica contención, lo que le habían enseñado en alguna academia de baile.
Fascinados, nos quedamos varias canciones a verles danzar. Cuando terminó de sonar Mi noche triste, nos fuimos al Stroget algo menos tristes. Por la noche, la morriña nos hizo romper el precepto sagrado de no buscar jamás comida española en el extranjero y probar lo que se come por allí. Cenamos tortilla de patata, gambas al ajillo y una paella algo sui géneris en un restaurante español. Cuando salimos de allí hacia las nueve de la noche, caía aguanieve sobre las terrazas de los bares, abarrotadas de daneses que bebían cerveza envueltos en mantas y chubasqueros. Y es que Copenhague en agosto ya preludia el otoño.
(Recuerdo de un viaje a Dinamarca surgido hoy, melancólico lunes de lluvia gordezuela, mientras escuchaba este tango de Piazzola).
La fotografía de la pareja de tangueros es de la página www.vester.com.ar.
jueves, 15 de mayo de 2008
LA VOZ
Así que, escuchemos el inconfundible fraseo de La Voz. Una forma de cantar que no se aprende en Operación Triunfo y similares, porque se nace con ella. La canción es del genial Henry Mancini, la que ponía banda sonora a los encuentros y desencuentros de George Peppard y Audrey Hepburn en Desayuno con Diamantes, dirigida por el maestro Blake Edwards en su época de esplendor. ¿Se puede pedir más?
Y como pronto se va a estrenar Sexo en Nueva York, la película, añado esta romántica escena de la serie de televisión, cuando Carrie baila Moon River con Mister Big ¿Se nota mucho que soy fan de esta serie?):
lunes, 12 de mayo de 2008
PRESENTACIÓN DE MARIO DE LOS SANTOS
La editorial Onagro, que antes se llamaba Zócalo, tiene una trayectoria de quince años publicando y descubriendo autores con honestidad y mucho amor por los libros. Yo les tengo un gran cariño. Hace cinco años publiqué con ellos por primera vez (la novela La vida en cuarto menguante) y guardo muy buenos recuerdos de cuando firmaba en su caseta en las ferias. Y es que lo de publicar el primer libro es como el primer amor: después podrán venir otros mejores o peores, pero el primero jamás se olvida.
jueves, 8 de mayo de 2008
BEBO & CIGALA
miércoles, 7 de mayo de 2008
HACE VEINTE AÑOS QUE HIZO VEINTE AÑOS
Resulta que hace cuarenta años de aquel mayo del sesenta y ocho, acontecimiento que los de mi generación vivimos de refilón porque éramos demasiado críos para comprender lo que estaba ocurriendo, aunque en cierto modo, aquellos lemas de La imaginación al poder, Prohibido prohibir, Haz el amor y no la guerra marcaron después nuestra adolescencia y juventud.
Pero no me voy a poner sesuda. No es ese el espíritu de este blog. Ya han salido por ahí muchos artículos sesudos de verdad sobre mayo del sesenta y ocho. Me voy a limitar a recordar, en plan “abuelo Cebolleta”, pequeños retazos de cómo viví los ecos de aquella revuelta estudiantil parisina en la ciudad de Dusseldorf. O, más bien, no los viví. Porque tenía diez años y la cabeza en otras cosas. Sí recuerdo que aquel año siempre salían en la Tagesschau (telediario) reportajes de jóvenes airados lanzando adoquines por doquier y batallas campales entre manifestantes y policías. También recuerdo las imágenes de aquellos hippies, melenudos ellos y ellas, adornados con flores y fumando canutos, que exasperaban a mi padre porque decía que con esas pintas ya no íbamos a distinguir quién era hombre y quién mujer. Recuerdo algo del asesinato de Martin Luther King, del de Robert Kennedy, y alguna imagen confusa de las tropas del Pacto de Varsovia entrando en Praga. Y poco más.
Lo que me viene a la cabeza con todo detalle cuando pienso en el año sesenta y ocho es la noche en la que Massiel ganó con La-la-la el Festival de Eurovisión, adelantando al Congratulations de Cliff Richard por un punto. Vimos el festival completo y las votaciones posteriores en nuestra casa, acompañados por unos amigos españoles de mis padres y su hija. Cuando Massiel cantó por segunda vez, ya radiante vencedora del evento, adultos y niñas nos volvimos locos de remate. Hicimos los coros a Massiel, dimos saltos que hicieron retumbar el suelo de madera, mi padre se tiró sobre la alfombra y bailó una especie de break dance precursor del que se pondría de moda muchos años después. Y por una noche, todos nos sentimos importantes porque nuestra acomplejada y gris España de los sesenta había ganado el Festival de Eurovisión.
Ahora, cuarenta años después, salen por ahí voces afirmando que el régimen franquista compró votos para amañar el resultado de la votación. Y, según he leído esta mañana en Heraldo de Aragón, la prensa inglesa pone en boca Cliff Richard las siguientes declaraciones:
Nunca me gusta perder y nunca me sentí perdedor, y si ahora se demuestra lo contrario sería la persona más feliz del planeta", declaró ayer Richard a "The Guardian", solicitando, medio en broma medio en serio, que se abriera una investigación sobre el tema y que se volvieran a contar los votos de 1968.
Y digo yo: si nos matan el mito de Massiel, ¿qué vamos a hacer? Podemos ir asumiendo con los años que las utopías se nos quedaran en agua de borrajas, que se nos fueran muriendo los sueños de juventud y tuviéramos que sustituirlos por otros, que nos hagamos mayores cuando no nos hace maldita la gracia, que los bocadillos de calamares con mayonesa y las galletas de chocolate se adhieran cada vez más adonde no deben y los reservemos para ocasiones muy especiales (aunque luego toque hacer régimen), pero, please, que no nos enturbien el recuerdo de la noche de gloria que vivimos hace cuarenta años unos cuantos españolitos de a pie emigrados a la Europa del frío, cuando el Festival de Eurovisión aún levantaba pasiones.
Y para concluir este post tan largo, voy a cometer un gran pecado de inmodestia, citando dos pedacitos de DÍAS DE MENTA Y CANELA, donde hay un capítulo entero dedicado a la noche en la que Massiel ganó el Festival de Eurovisión.
El representante del jurado yugoslavo se dispuso a recitar sus votos. España no arañó ninguno más. El Reino Unido tampoco. El marcador se afianzó en veintiocho puntos para Cliff Richard y veintinueve para Massiel. En la angosta salita de los Rosell, cuatro adultos y tres niñas miraron el televisor sin atreverse a pestañear, no fuera a desvanecerse la inesperada dicha. ¡Por primera vez en la historia, España había ganado el Festival de Eurovisión! ¿Qué importaba que hubiera sido por un punto de diferencia? Al cabo de diez días nadie se iba a acordar de eso, prometió papá. Saltó del sofá y rellenó las copas hasta que la botella de los grandes festejos quedó exprimida como un pomelo.
- ¡Hurra por los cabezas cuadradas! ¡Somos los mejores!
Ezequiel se puso en pie. Ya no parecía un reptil aletargado.
- ¡España! ¡España! – voceó.
Los dos alzaron sus barreños de coñac y brindaron con estrépito. El cristal resistió de puro milagro. Mamá y Trini abandonaron los sillones y se abrazaron entre saltitos.
- ¡Qué alegría! ¡Qué alegría! –exclamó Trini.
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- Ahora a callarse todos, que va a cantar la Massiel –ordenó papá.
Anita fue la última en levantarse. Se colocó junto a papá. Las dos familias nos quedamos de pie para ver a la vencedora y digna representante de la añorada madre patria. Ezequiel y papá se libraron de las copas vacías. Se estrecharon por la cintura y mecieron los cuerpos al ritmo de la música. Las mujeres corearon la-la-la-laa… la-la-laa… la-la-laa…, copiando los movimientos de las tres chicas que le hacían los coros a Massiel. De repente, papá soltó a Ezequiel, que se tambaleó en su profunda ebriedad como un tentetieso, y aupó a Anita en brazos.
- ¡Donde esté una española con buenas piernas… -aulló- que se quiten los amariconados hijos de la Gran Bretaña! ¡Viva España!
NOTICIA NOTICIOSA
sábado, 3 de mayo de 2008
MI TRIBUTO A LA EXPO 2008
Pero el otro día, por fin, rendí mi tributo a la Expo 2008. Era el 1 de mayo, hacía buen tiempo, el sol brillaba primaveral, la temperatura era suave, y decidimos enfilar por la mañana el Paseo de Ranillas para acercarnos hasta donde se nos permitía llegar a los curiosos (que esa mañana festiva, éramos multitud).
Por supuesto, cruzamos el Ebro caminando por la abarrotada Pasarela del Voluntariado, que fue inaugurada el 24 de abril y por la que ya hemos debido de desfilar casi todos los zaragozanos. Hasta me animé a hacer algunas fotografías con mi cámara de dominguera, que subo al blog para ilustrar este post. La próxima visita, para cuando ya esté abierta la Expo.