martes, 30 de junio de 2009

UN POCO DE HUMOR PARA SOBRELLEVAR EL CALORAZO

El otro día escuché por la radio Hot Stuff de Donna Summers y me acordé de Full Monty, aquella película que conseguía hablar en tono de comedia hilarante de una realidad de lo más ingrata. Y como está haciendo unos días de mucho calor y es mejor tomarse la canícula con humor, cuelgo la escena cómico-tierna de la oficina de empleo.



Y la de Robert Carlyle haciendo un striptease algo sui géneris.



Y el vídeo de Donna Summers por si alguien se anima a imitar a los chicos de Full Monty. (No olvidéis retirar los muebles del salón para bailar.)


viernes, 26 de junio de 2009

SOBRE LA BELLEZA (O LO QUE SEA)

Con pocas horas de diferencia, prácticamente de la mano, han abandonado este mundo dos artistas que fueron ídolos de masas, cada uno en su tiempo y en su especialidad. Debo decir que ni el uno ni el otro fueron santos de mi devoción. De cuando mis padres ponían la tele para ver Los ángeles de Charlie, allá por los años setenta, sólo recuerdo que la serie me parecía una fantasmada machista y las tres protagonistas unas pavisosas de mucho cuidado. Aunque seguro que si fuera hombre, aquel engendro me habría despertado otras clase de sensaciones. En las necrológicas de Farrah Fawcett dicen ahora que, pese a no haber obtenido reconocimiento como actriz, hizo algunas interpretaciones memorables y tuvo cierto éxito en el teatro independiente. Pero la pobre siempre será recordada por haber sido un ángel de Charlie, además de por sus dientes ultra-blancos, la melena rubia de anuncio de champú y el famoso póster ese del bañador, ante el que dicen que babeaban los chicos de medio mundo. Es la desventaja que tiene hacerse famosa por la belleza.


El blanqueado Michael Jackson nunca llegó a apasionarme. En la adolescencia me encantaban las canciones marchosas de los Jackson Five, que de vez en cuando aún me apetece escuchar con deleite nostálgico. De su etapa en solitario, me gustan algunas de sus canciones, incluida Thriller (¡cuánto me impresionó en su día el videoclip de los zombis, con lo miedosa que soy!), pero su música nunca me entusiasmó. No niego que fue un gran músico y un buen bailarín en su época de esplendor, pero la adoración se la cedo a sus fans. Yo no puedo evitar recordarle por las barbaridades que se dejó hacer en la cara y en la piel para acercarse a su peculiar idea de la belleza. A lo mejor es que soy morbosa. Quién sabe. En cualquier caso, está claro que tendremos noticias y comentarios sobre su vida, milagros y tratamientos de estética para muchos, muchísimos días.

Lo cierto es que se han ido dos personajes que, cada uno a su manera, me han hecho evocar por un momento los años setenta, con sus luces y sus sombras, con los sueños y los sinsabores propios de la primera juventud. Un tiempo que cada día se aleja más en el pasado.

Nota: Mi intención era insertar el vídeo de Thriller, pero YouTube no lo permite, así que sólo puedo incluir el link: http://www.youtube.com/watch?v=AtyJbIOZjS8

Las dos fotografías son de Getty Images.

miércoles, 24 de junio de 2009

SENZA FINE



Leyendo la entrada que dedica el estupendo blog 39escalones (que recomiendo una vez más desde aquí) a Mi vida sin mi de Isabel Coixet, he recordado esta vieja canción de Gino Paoli, que siempre me hace pensar en el verano, en playas no destrozadas por los excesos urbanísticos, en besos con sabor a sal, ásperos de arena, en amores jóvenes que aspiran a durar para siempre y se diluyen en un dulce recuerdo lleno de añoranza.

Y ya que estoy hoy en plan romanticoide, pongo también la tierna escena del beso de Mi vida sin mi, con la música de Paoli como fondo.

jueves, 18 de junio de 2009

LOS HÁBITOS DE LOS ESCRITORES

He leído en el blog de Lecturalia una entrada muy curiosa sobre las rutinas de escritores (y no-escritores), en la que incluyen un link a la página dailyroutines, una recopilación (en inglés) de los diferentes hábitos de "artistas, escritores o, simplemente, gente interesante”. El autor del post de Lecturalia resalta la minuciosidad de Haruki Murakami, que escribe con horario fijo y hace deporte por las tardes. Mucho deporte: cada día corre 10 kilómetros o nada 1.500 metros. También cita a Truman Capote y su costumbre de empezar a trabajar con café y cigarrillos, para acabar la jornada tomando jerez y martinis. Sería interesante saber qué partes de su obra son las que escribió al final del día. O Kingsley Amis, “que escribía hasta que abrían el pub por la tarde”. Me imagino a ese buen señor redactando las últimas frases deprisa y corriendo para bajar cuanto antes a tomarse unas cervecitas. ¿O tal vez serían unos whiskies?

Cotilleando ya en la propia página dailyroutines, me llaman la atención las respuestas de Paul Auster. Dice que escribir novelas es una experiencia tan absorbente – tanto a nivel físico como mental – que necesita hacerlo todos los días para mantener el ritmo. Incluso los domingos, siempre que le sea posible. También comenta que cuando deja de escribir, por ejemplo dos semanas a causa de un viaje, necesita otra semana para recuperar el ritmo con el que había trabajado antes. Aquí me identifico plenamente con Auster, porque si pierdo el hilo por una interrupción involuntaria, como puede ser un viaje u otras obligaciones que me obligan a aparcar por un tiempo lo que estoy escribiendo, después me cuesta lo mío volver a coger el dichoso hilo .

Stephen King empieza de 8.00 a 8.30 y tiene preparadas sus vitaminas y su música, se sienta siempre en el mismo sitio y sus papeles están siempre dispuestos del mismo modo.

Toni Morrison comenzó su carrera literaria escribiendo de madrugada, porque a esa hora aún dormían sus hijos y no la interrumpían. Y esto me da pie a la reflexión sesuda de hoy, porque incluso en días calurosos como éste hay que parir alguna sesudez: lo de condicionar los horarios de escritura a los de los niños (y los del resto de la familia) es algo que no mencionan los hombres cuyos hábitos se recopilan en dailyroutines. Pero estoy segura de que lo hacemos la mayoría de las mujeres que nos empeñamos en escribir. Adaptamos nuestros horarios a las necesidades de la pareja, o las de toda la familia, además atendemos nuestros otros trabajos, y escribimos “en ratos libres”. Y como sacar a flote una novela es un gran esfuerzo mental y físico (ésto no lo ha comprobado sólo Paul Auster), acabamos doblemente agotadas porque atendemos más frentes al mismo tiempo que los hombres.

Aquí dejo los links de las dos webs. Merece la pena leerlas.


domingo, 14 de junio de 2009

AQUELLAS PEQUEÑAS COSAS

Hoy una canción de Joan Manuel Serrat para acompañar el placentero languidecer de esta tarde de domingo, que dedico a algo tan recomendable para la salud como vaguear de vez en cuando. Me hacía buena falta.

Podría haber elegido una de mis canciones fetiche, porque Serrat tiene un repertorio muy amplio y hay muchas piezas que me traen recuerdos. Algunas, además de integrar la banda sonora de mi vida, también forman parte del fondo musical de mis escritos. Pero, no sé por qué, llevo varios días tarareando mentalmente Aquellas pequeñas cosas. Seguro que habrá alguna explicación psicoanalítica para ello. Habrá que consultar al viejo Sigmund Freud.


miércoles, 10 de junio de 2009

LA IMPORTANCIA DE UN BUEN MARKETING

A estas alturas, creo que todos tenemos claro lo importante que es un buen marketing a la hora de vender cualquier producto. Incluso un libro, que por muy cultural que sea, no deja de ser un producto sujeto a los vaivenes del mercado. En este caso, el mercado editorial, donde los departamentos de Marketing tienen cada vez más peso y más responsabilidad a la hora de dar a conocer nuevos libros. ¿Y qué autor no se ha devanado alguna vez la sesera, por si se le ocurre alguna fórmula mágica (y que no le cueste dinero, porque no están los tiempos para dispendios) para lograr que la historia en la que ha invertido tantas horas de trabajo y en la que ha depositado un montón de ilusiones, sea un poquito más visible en la abigarrada mesa de novedades?


Bueno, pues parece que en otros ámbitos la gente no para de discurrir y están proliferando iniciativas de lo más curiosas para vender. Ayer venía en la contraportada de Heraldo de Aragón el artículo La vida tras el cristal. Habla de una pareja joven que vivirá durante siete días en el escaparate de la tienda que tiene La Oca en la Gran Vía de Zaragoza, dentro de una especie de pisito que les ha montado el establecimiento. Como dice el autor del artículo: “un Gran Hermano en mitad de la ciudad”. Aunque al parecer, todo es fingido, porque los jóvenes no son pareja, sino actores contratados para el evento.


No he pasado estos días por la Gran Vía y sólo he visto el experimento en algún vídeo de YouTube. Dicen que también se puede seguir por Facebook. Según dice el artículo, para que todo sea más realista, la pareja recibirá visitas de sus amigos o parientes, y se ha llevado hasta fotografías, deuvedés e incluso libros: El niño del pijama a rayas y uno de Millás. Ganas me dan de regalarles un ejemplar de Días de menta y canela para que lo lean dentro de su pecera y de paso, le hagan algo de publicidad, que eso nunca está de más.


Y ya puesta, aprovecho para discurrir métodos de promoción de cara a próximas publicaciones. Se me ocurre que podría montar en cualquier plaza concurrida un teatrillo que represente escenas de mi nueva novela. Preferiblemente algún capítulo erótico-festivo que dé que hablar al personal. O igual me ofrezco a los de la tienda para que me dejen ser la siguiente que ocupe su pecera. Podría escribir allí mis historias en vivo y en directo. Aunque me temo que despertaría poco morbo ver a una mujer dándole a la tecla con una taza de café al lado. Habría que aderezarlo de alguna manera. Tal vez tomando ginebra en lugar de café. Así, los curiosos podrían ver cómo una persona empieza el día sobria y termina tan beoda como Jack Lemmon y Lee Remick en Días de vino y rosas. ¡Qué morbazo! Lo malo es que yo daría con mis huesos en Alcohólicos Anónimos y no me apetece nada. Aunque, por otro lado, podría conseguir que alguien filmase un documental con mi rehabilitación, que se podría vender acompañado de un libro-testimonio. Escrito por mí, claro. ¡Uf, qué agotada iba a acabar con semejante tinglado!

Además, el alcohol es malo para el cutis y el dinero que ganara con esta iniciativa se me iría en financiarme un lifting, o un jeringazo de bótox que me pondría cara de susto. Casi mejor me quedo como estoy, con mis muchas tazas de café al día y la pacífica soledad de mi cuartito de escribir. Esto de discurrir estrategia originales de marketing es demasiado complicado. Se lo dejo a los que saben.


Nota; Después de varios intentos infructuosos de incluir un vídeo, que me han dejado frustradísima (no sé qué le pasa a Blogger que está tonto), hoy pongo solamente el link con YouTube:

domingo, 7 de junio de 2009

ENTRE LIBROS

Hoy se acaba la Feria del Libro de Zaragoza. Todos los años me da pena que se termine el ambiente festivo de la feria, el bullicio alrededor de las casetas y dentro de ellas, y la posibilidad de conversar con los lectores y de saludar a los amigos. Este año, además, he tenido la oportunidad de charlar en persona con algunos de los amigos que visitáis este blog. El viernes por la tarde conocí a Carmen y poco tiempo después vinieron a la caseta Marta del blog Entrenómadas y Alfredo de 39escalones. También pasó Nerea de El Cultural de Nerea. Después de tanto tiempo comunicándonos a través de los blogs, fue una alegría poder hablar con vosotros en persona.

Me llevé la cámara con la intención de hacer fotos, pero como muchas veces se me olvida que la tengo en el bolso, sólo me traje una que nos hizo el viernes Pablo, de la Librería París, a Miguel Mena y a mí, ya al final de la tarde. Por eso salimos con caras de cansancio. Y es que el tiempo fue nuboso, a ratos hacía viento y en otros momentos se espesaba el ambiente como si quisiera estallar la tormenta, que finalmente pasó de largo. Pero a pesar de tanta indefinición meteorológica que trastoca cuerpo y mente, la tarde estuvo bien. Y fue un placer compartir firmas y caseta con Miguel, que es encantador. Algo que ya sabéis los que le conocéis y los que le escucháis por la radio.

El sábado no me acordé de sacar la cámara. Por eso no puedo colgar ninguna foto hecha en la caseta de la Librería Central. Es lo que tiene ser despistada. Otro año tendré que prepararla nada más llegar.


Y a propósito de libros, enlazo el artículo de opinión que publica hoy Almudena Grandes en El País Semanal. Creo que resume muy bien lo que significan los libros para los que disfrutamos de ellos.

El link

miércoles, 3 de junio de 2009

¡LO HE VUELTO A HACER!!!!

Lo he vuelto a hacer. No lo puedo evitar. Es superior a mi. Me he emocionado hasta acelerárseme el corazón. He sentido euforia. Ilusión. Una alegría desbordada. Y ganas de cantar Nessun Dorma a todo pulmón… y eso que tengo poca voz pero desagradable, como me dijo un día un amigo.

No es que me haya enamorado de repente. Ni me ha invitado a cenar Hugh Jackman con ese look tan viril que luce en Australia. Tampoco le he mangado el último Nespresso a George Clooney, ni me ha hecho proposiciones Viggo Mortensen. Me ha ocurrido algo infinitamente más emocionante: por fin he visto y tocado un ejemplar de la edición de bolsillo de Días de menta y canela.

En el proceso de publicar un libro, hay varios momentos emocionantes: cuando nos llega la oferta de la editorial; cuando corregimos las galeradas y podemos hacernos una idea de cómo quedará nuestra historia en formato de libro; cuando tenemos la portada definitiva… y… ¡tachán!... cuando sostenemos el producto final en una mano, deslizamos los dedos de la otra por la portada, leemos la contraportada y pasamos las hojas para hacer catas al texto en el que hemos trabajado durante tantas horas. Yo en esos momentos siento una inmensa alegría que no sabría desmenuzar aquí a modo de análisis. Ya perdonaréis. Sólo puedo decir que me siento muy feliz.

Y es que es tan hermoso tocar un libro recién sacado de la imprenta. Un libro que lleva mi nombre en la portada. Y que ha quedado precioso. Ya lo veréis. No os privéis de echarle un vistazo si os topáis con él en la librería, ni de acariciarlo, de pasar las hojas, incluso de olerlo, porque ha quedado francamente bonito.




La música es, cómo no, Night and Day, la canción de Cole Porter que es tan importante en la novela. Hoy pongo la versión de Stéphane Grappelli (1908-1997), violinista de jazz francés, y Django Rheinhardt (1910-1953), el gitano francés que tenía la mano izquierda inutilizada a raíz de un incendio en su carromato y aun así tocaba la guitarra como los ángeles.