sábado, 25 de agosto de 2007

DIAS DE MENTA Y CANELA en el DIARIO DE CÁDIZ

Emigrantes españoles a punto de subir al tren
Fotografía tomada de la página
El DIARIO DE CÁDIZ habla de DÍAS DE MENTA Y CANELA

Para inaugurar el nuevo curso, reproduzco el artículo de Carmen G. Frigolet, publicado en DIARIO DE CÁDIZ.

EL ENIGMA DEL EMIGRANTE, UNA FICCIÓN SOMETIDA A LA REALIDAD

05/08/2007 02:54 CARMEN G. FRIGOLET CÁDIZ.

Dos mujeres y un mismo pasado. Una persona ficticia y otra real. Pero con igual trayectoria en sueños. Carmen Santos ha escrito una novela a partir de sus recuerdos. Días de menta y canela ha sido el nombre elegido para bautizar a su tercera creación literaria. La autora adereza la narración con vivencias de su juventud, como parte de una familia de emigrantes.
La escritora valenciana se encuentra inmersa en la promoción del libro. Atrás queda su empleo como oficinista y traductora de alemán. Está volcada de lleno en el mundo de las letras. La protagonista de su novela parece calcar sus pasos. Clara Rosell, personaje principal de la historia, aparca un poco el cuidado de sus hijos para dar más intensidad a su monótona vida en casa. A los cuarenta años empieza a trabajar en un recién estrenado periódico. En unos días, le llega un teletipo desde Alemania con una misteriosa historia. Un inmigrante español aparece muerto en el sillón de su casa. Junto a él, una fotografía suya con una botella de coñac del año 1969 y un salmo abierto por unas páginas apocalípticas. Punto de partida de una investigación, que acaba arrastrándola por el torrente de una pasión prohibida.
De primera a tercera persona. Carmen Santos estuvo dando forma a este relato en su cabeza durante largo tiempo. "Hubo un primer intento autobiográfico, pero no me terminaba de convencer. Hace tres años retomé la idea y éste es el resultado". Y es que, en su propia piel, Carmen Santos vivió algunos hechos aislados que se relatan en la obra.
Cogida de la mano de su madre, subió a un autobús con un futuro por destino. Allí los esperaba su padre que, como tantos hombres, partió solitario en un tren en busca de un empleo en el norte de Europa. En este sentido, la escritora recrea paso a paso algunas de las vicisitudes con las que se encontraban aquellos viajeros sin vuelta. "Las pruebas físicas que les hacían a los trabajadores, las viviendas para los inmigrantes… Ahí hay poca ficción, son datos fidedignos", apunta al respecto.
Las codiciadas botellas de Fundador, la emisora nacional sintonizada desde el exterior, la nostálgica canción El emigrante… Varios clichés de la España de los años sesenta se entremezclan en el argumento como guiño al lector. "Aquella generación tuvo mucho valor, apenas había contacto con el exterior. Iban a lo desconocido y nunca hemos sabido valorarlo ni recordar quiénes fuimos", señala Santos. Una firme opinión se le escurre entre líneas. Admite su intención de homenaje.
Su relato, disponible desde el mes de mayo, le ha dado ya algunas alegrías. "Lo más gratificante ha sido ver la conexión con los lectores. Algo que he podido comprobar en la pasada Feria del Libro en Zaragoza, donde resido. Mucha gente me felicitó diciendo que le había conmovido el relato", cuenta encantada. La crítica literaria también le respalda. En 2001, se clasificó finalista del XV Premio Internacional de Cuentos Max Aub. Dos años más tarde, su labor literaria fue reconocida cuando La Cumpasita obtuvo el máximo galardón en el V Premio Internacional de Relatos Paradores de Turismo de España. La cara oculta de la luna (2004), su anterior novela, fue acogida con gran aceptación. Eso le anima a seguir y con Días de menta y canela, editado por Plaza & Janés, parece que avanza sobre seguro. Su bibliografía personal recoge los secretos de la psicología humana y el suspense. Como estas historias de papel, ficticias, pero reales en vidas pasadas, que vuelven a la memoria del lector en forma de recuerdo.