lunes, 23 de marzo de 2009

TRAVESURAS DE LA VIDA MALA

El otro día leí en El Mundo el anuncio de la entrevista que iba a publicar el suplemento Yo Dona con la mujer que durante treinta y dos años fue pareja de hecho de Stieg Larsson. A estas alturas, creo que quien más y quien menos sabe que, según las leyes suecas, Eva Gabrielsson no tiene derecho a percibir ni una migaja de los beneficios que están generando las novelas de la trilogía Millenium. Beneficios millonarios que irán a parar a la familia de Larsson, con la que, al parecer, el escritor ni siquiera se llevaba bien.

Y me ha dado por cavilar sobre la mala uva que a veces tiene la vida, el destino, el azar, o lo que sea, que da turrón a quien ya no posee dientes para disfrutarlo, porque ni siquiera está vivo. ¿De qué le sirve a Larsson todo este éxito, tanto a nivel de reconocimiento literario como económico, si murió antes de ver publicado el primer libro de los tres que llegó a escribir?

Me imagino al pobre hombre robándole horas al sueño, a sus otras aficiones, si las tenía, o a estar con su chica, por sacar tiempo para sumergirse en el universo paralelo que iba creando poco a poco. Le imagino tecleando con esa pasión que vamos sintiendo conforme nos adentramos en el mundo de una novela. Le imagino reclinándose satisfecho contra el respaldo de su silla, intuyendo que tal vez estaba creando algo que podría conectar con muchos lectores. Y me da pena cuando pienso en todo lo que se ha perdido Larsson. Y no me refiero al montón de beneficios que están generando sus novelas, una lotería que – no nos engañemos - siempre le viene bien al afortunado (si está vivo, claro), porque aunque no se escriba por dinero, hay que pagar facturas, comer de caliente y alimentar a los hijos, y un pellizco así resuelve problemas de liquidez y da estabilidad económica.

Pero cuando hablo de lo que se ha perdido Larsson, no me refiero a que ahora podría tener el riñón bien cubierto. Pienso en esos momentos de dicha que, al margen de los ingresos, proporciona la publicación de un libro y que él no llegó a disfrutar. Ese instante en que sostenemos por primera vez entre las manos un ejemplar de nuestra novela, pasamos las hojas y leemos encuadernado lo que antes era manuscrito. O ese otro en que descubrimos ejemplares del libro en las mesas de novedades de las librerías, tal vez incluso en algún escaparate. Larsson tampoco tuvo tiempo de ver cómo su novela iba ganando adeptos en todo el mundo. Ni pudo sentirse feliz por haber conseguido lo que desea todo escritor: aportar algo a sus lectores, ya sea porque les ha conmovido, les ha hecho pensar, les ha dado información interesante, o simplemente les ha proporcionado horas de buen entretenimiento, que no es cualquier cosa. Y encima, el hombre ni siquiera llegó a tiempo de dejar atado quién debía cobrar sus derechos de autor en caso de que él faltara, con lo que no pudo ni legar una buena herencia a su pareja.

No me diréis que la vida no puede ser borde cuando se lo propone.

15 comentarios:

39escalones dijo...

La vida es muy perra, desde luego. El caso de este hombre es para nota, incluyendo las circunstancias de su muerte. Un giro tristemente irónico. De sus libros (he leído los dos primeros) sólo puedo decir que me valen como entretenimiento, pero poco más. No comprendo muy bien todo lo que se ha montado a su alrededor, pero uno pasa un buen rato.
Un abrazo.

Carmen Santos dijo...

Yo aún tengo el primer libro en mi pila de pendientes de leer, pero ya se le acerca la hora de ser deglutido. A ver qué tal es. Aunque con los libros que van precedidos de tanto éxito, a veces me quedo algo decepcionada. Supongo que los leo con demasiadas expectativas.
Besos

Anónimo dijo...

Ayer precisamente comentaba con un amigo que hay que quitarse ese polvillo de progre recalentado que nos impide mezclar calidad con ventas.
Me decía que le dan repelús los premios Planeta. Y yo le contesté que me daba lástima, ya que se perdía obras muy buenas. Es del todo legítimo que un buen escritor desee llegar al mayor número de lectores posible y no podemos juzgale por ello. Sólo por su obra. Ahí es ná.
Yo me lo pasé genial con Larsson. Sus personajes son un soplo de aire fresco en el mundillo de la novela negra. Sólo el conseguir que miles de personas se lean de un tirón las más de mil páginas de sus dos primeros libros, ya es un logro importante.
Una lástima lo de su herencia. Podrían tomar nota de otro sueco notable y crear una fundación para promover, premiar y potenciar la lectura en el mundo. Digo. Por supuesto, sin ánimo de ofender.
Magda González

Anónimo dijo...

A mí tembién me da mucha pena Larsson. Me da más pena aún ahora que sé que tenía una pareja que, supuestamente le animaba y compartía sus afanes creativos...pero yo tampoco entiendo el "boom" de sus libros. Los fenómenos editoriales para mí entran en el terreno de lo ignoto, de lo esotérico.
La historia está llena de autores que alcanzaron la fama cuando ya gozaban del descanso eterno, pero supongo que éste nos impresiona por la rapidez...
Besos
Pepa

Anónimo dijo...

Ah, Carmencita, me gusta mucho tu juego de palabras en la entrada...eres muy ingeniosa. Los títulos de tus entradas son de colección, lo digo en serio
Más besos
Pepa

Carmen Santos dijo...

Hola, Magda. Desde luego que es legítimo que un escritor desee llegar al mayor número de lectores. Es más: creo que a todos los que escribimos nos gustaría ser leídos por mucha gente. Y vender muchos ejemplares no tiene por qué ser sinónimo de falta de calidad. En esto hay de todo, como en botica, y no deberíamos dejarnos llevar por prejuicios.
En cuanto a Larsson, enganchar a tantos lectores es un gran logro que no está al alcance de todos. Por eso me da pena que el hombre no llegara a disfrutar de su éxito. Menuda putada le ha gastado la vida.
Besos

Carmen Santos dijo...

Pepa, a mi de este caso me impresiona que Larsson muriera poco antes de ser publicada la primera novela de la trilogía (según leí en la solapa cuando compré el libro) y que su éxito haya sido tan fulgurante después de salir el libro. En otros autores transcurre más tiempo. Algunos, como Roberto Bolaño, incluso llegan a ser conocidos y reconocidos en vida, aunque sea después de su muerte cuando lleguen a lo más alto.

En fin, yo aún tengo "Los hombres que no amaban..." en mi pila de pendientes, que últimamente estoy liada y se me acumulan las lecturas. Espero poder hincarle el diente cuando acabe el que tengo entre manos.

Ah, gracias por lo de los títulos de las entradas, pero éste es mérito exclusivo de la novela de Vargas Llosa. Yo sólo me he permitido cambiar "niña" por "vida" para adaptarlo al tema del post. Pero, gracias.
Besos

Anónimo dijo...

Pues tienes razón Carmen, es una pena, en primer lugar paraºél mismo, luego para su compañera y por si todo esto fuera poco, seguramente los que obtienen ahora beneficios económicos no creyeron en el autor en su momento. Y encima, todo ha venido como por sorpresa, se publicó la primera novela de la trilogía y resltó que gustó.

Hay otros casos similares, recuerdo ahora a John Keneddy Toole y su "conjura de los necios" quien no llegó a ver publicado nada suyo en vida y luego obtuvo hasta el Pulitzer. Tiene gracia.

Carmen Santos dijo...

Es verdad, Ernesto. Ahora que lo mencionas, creo recordar que Toole se suicidió, frustradísimo porque no había encontrado editor para "La conjura de los necios", y fue su madre quien consiguió que al final fuera publicada la novela. El pobre hombre tampoco disfrutó del éxito, que le llegó demasiado tarde. Hay que ver...
Besos

Anónimo dijo...

Sí, claro, es el guiño a Vargas Llosa lo que me hace gracia...Realmente la vida puede ser como la protagonista de su novela, una "femme fatale" que nos hace sufrir y gozar intensamente a partes iguales...
Besos
Pepa

Anónimo dijo...

Sí, claro, es el guiño a Vargas Llosa lo que me hace gracia...Realmente la vida puede ser como la protagonista de su novela, una "femme fatale" que nos hace sufrir y gozar intensamente a partes iguales...
Besos
Pepa

Carmen Santos dijo...

Desde luego, Pepa. La vida puede hacernos gozar y sufrir como una "femme fatal", o como un amante seductor que de pronto se convierte en veleidoso y cruel, y conviene disfrutar de ella mientras está de buenas... por si las moscas.
Besos

Anónimo dijo...

No conocía la historia,pero realmente es bien triste ,sobre todo para su compañera. El desgraciadamente ya no se entera. No he leído ningún libro suyo. Cada vez me animo menos con tochos de 1000 páginas.¡será la edad.....!Saludicos.

Anónimo dijo...

Lo único que puedo decir, ya que no conozco la obra de este buen señor, es que debe ser de lo más frustrante del mundo hacer con todo el corazón una obra y no ser reconocido en vida... o más bien dicho serlo en la otra vida!
Besos

Carmen Santos dijo...

Carmen y Anónimo: La historia de los problemas con la herencia de este hombre es de las que, después de haberla leído en el periódico, te tienen cavilando durante horas. Al menos, a mi me ha impactado.
Besos