domingo, 5 de octubre de 2008

ESE GODZILLA FEO Y PELUDO

El otro día enviaron desde la Asociación Literaria Trespeldaños un cuestionario de diez preguntas para su blog recién estrenado. Tienen intención de colgar cada semana las respuestas de un escritor. Promete ser “very interesting”. Si os apetece leerlo, aquí tenéis el enlace.

Entre las preguntas había una sobre el bloqueo del escritor. Y estos últimos días, en los que no he tenido tiempo para actualizar el blog, pero sí para darle al bolo mientras iba de un lado a otro, me ha dado por cavilar sobre ese Godzilla feo y peludo al que tanto tememos los que nos dedicamos a llenar folios, o ficheros en Word, contando historias que nos inventamos o, según afirman los que saben de esto, creemos inventarnos cuando en realidad estamos contando nuestra propia vida camuflada (seguro que Sigmund Freud se frotaría las manos interpretando algunas novelas).

Aparte de los bloqueos prolongados, que merecerían otra disección, ¿a quién no le ha ocurrido eso de ponerse a escribir un relato o iniciar una novela con gran ilusión y muchos planes y, de repente, atascarse en la página X y quedarse ahí varado, sin saber cómo salir del pozo? Hace ya bastantes años, yo me atrancaba en casi todos los relatos. Los comenzaba sintiéndome muy inspirada, pero al apagarse la primera euforia, lo que había escrito me parecía horroroso y ya no sabía seguir. Ahí se quedaba el pobre relato, como una chica vestida y maquillada para la primera cita con el guaperas de sus sueños, que luego va y no se presenta. En esos casos, la chica del plantón puede hacer dos cosas: quedarse en casa deprimida o salir a divertirse sin el guaperas para amortizar la pintura de guerra y el vestido nuevo. Y eso es lo que empecé a vislumbrar en el tema que nos ocupa: que debía seguir adelante a toda costa con esos escritos, sin dejarme paralizar por las dudas. Lo importante era superar el bache. Hacer frente a Godzilla y enseñarle los dientes para demostrarle que no le tenía miedo. Y comprobé que entonces, ese monstruo grande y feo se aburría y se iba.

En casi todas mis novelas, paso por algún momento de duda o desánimo en el que me planteo muchas cosas e incluso me pregunto si vale la pena continuar (de hecho, cuanto más escribo, más dudas surgen). Pero he comprobado que en ese trance, lo mejor es seguir adelante. Una vez superado el bache, si veo que no me gusta lo que saqué durante ese período infernal, lo borro sin miramientos y lo vuelvo a escribir. Aunque, a veces, hasta me llevo la sorpresa de que al releer lo que parí durante esos días de bajón, el texto me parece bueno (o, al menos, el crítico feroz que llevo dentro decide que no merece ser echado a los leones) y puedo seguir adelante hasta el siguiente ataque de dudas.

Y ya no me enrollo más, que me he extendido mucho. Será interesante leer en las mini-entrevistas que vayan colgando en el blog de Trespeldaños cómo se enfrentan los compis a ese Godzilla feo y peludo. (Bueno, vale, ya sé que el Godzilla de las películas no es peludo, más bien rugoso, pero el del bloqueo si que lo es).

Ah… y otro día hablaré de una parte más gratificante de la escritura: del dulce veneno que se nos mete en el cuerpo mientras contamos una historia.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, me parece que era Picasso quien decía algo así como "esperar la inspiración, pero que cuando llegue te encuentre trabajando" ¿no?
Besitoss
Pepa

Carmen Santos dijo...

Creo que si que fue Picasso, aunque tampoco creas que estoy muy segura. Como esa frase la ha dicho ya tanta gente...
Pero sí es cierto que la inspiración existe, aunque hay que currársela, porque si no se hace, igual que ha venido, se esfuma.
Besos

Anónimo dijo...

Haces una estupenda descripción de un aspecto arduo del proceso creativo. Enhorabuena por como has sabido desarrollarlo y transmitírnoslo, y muchas gracias por la sinceridad y valentía al hacerlo.

Un saludo

PD. por cierto ando bscando tu última novela y es algo difícil aquí en Madrid, aunque ya la tengo localizada y mañana iré a por ella.

Anónimo dijo...

Se me olvidó, tienes toda la razón la inspiración viene pero luego hay que trabajar en ella.

Carmen Santos dijo...

Gracias a ti por la visita y el comentario, Ernesto.
Besos