miércoles, 22 de octubre de 2008

LOS CARIÑICOS DE SARKO

La noticia ya me llamó la atención el otro día. El periódico suizo Le Matin había publicado que a Angela Merkel le molesta que Nicolas Sarkozy la abrace y bese con tanta efusividad cuando se saludan y que “esta incomodidad había quedado reflejada en una queja al Elíseo a través de la Embajada de Alemania en París” (cita textual). Hoy venía otra noticia en El País donde se informa de que la cancillería alemana ha desmentido lo de la queja, diciendo que “se trata de un bulo en toda regla, de una patraña".

Me hizo gracia, porque me imaginaba a la pobre Merkel intentando eludir la excesiva efusividad de Sarko, convertido en un besador pulpo de manos veloces. Pero, bromas aparte, y al margen de que sea cierto o no lo del incomodo de la Merkel, comprendo que eso de saludarse con besos y abrazos, como acostumbramos a hacer también en España, le resulte extraño, o incluso violento, a una persona oriunda de Centroeuropa. Recuerdo que cuando vine de Alemania, con dieciséis añitos, me daba muchísimo corte que gente a la que me acababan de presentar, o incluso personas conocidas, me estamparan dos besos a la primera de cambio, añadiéndole los más extrovertidos hasta un estrujón con palmaditas en la espalda. Recién llegada de Alemania, para mí ese besuqueo suponía una invasión de mi espacio personal y me costó mucho habituarme a ese tipo de saludo. Ahora, después de treinta y tantos años en España, estoy más que acostumbrada, pero… ¡cuánto me costó al principio no salir corriendo cuando alguien se me acercaba con intención besadora!

Por eso entiendo la consternación que puede sentir un extranjero (especialmente si viene de algún país centroeuropeo, donde la gente es mucho más reservada en cuestión de contacto físico) cuando los españoles nos lanzamos en picado a saludarle con dos besos nada más hechas las presentaciones. Yo, en esos casos, procuro darles la mano, sobre todo cuando se ve que llevan poco tiempo por aquí. No es cuestión de asustarles con tanto ósculo.

A partir de ahora, ¿veremos a Sarkozy estrechándole solemnemente la mano a la Merkel en lugar de besarla?

(La fotografía la he tomado de la página www.rtve.es y es de Yoan Valat).

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya lo decía doña Concha Piquer, que "la española cuando besa, es que besa de verdad..."
Yo reconozaco que soy muy besucona, pero también me gustan los apretones de manos, y quizás son más reveladores de la personalidad del otro que el besuquín. En el caso de Sarkozy, la verdad, me parece más propio la mano...
Si hace esto con la Merkel, ¿qué no hará con Carla...?

Carmen Santos dijo...

Es que este señor debe de ser muy expansivo. A Zapatero también le abraza.

Anónimo dijo...

A mi que soy española, tambien me revienta a veces que besuqueen , sobre todo cuando me presentan con señores: a ellos le dan la mano y a mi vienen a besarme.
Me revienta. Y ahora que soy mayor extiendo yo la mano para darla antes de que lo intenten Pues la mayoria de las veces la ignoran e intentan besarme.
Me alegro que lo toques porque es un tema que tengo que solucionar. Si hay señoras les doy a ellas las dos manos efusivamente ante la sorpresa de todos y ya puedo seguir con ellos. Pero cuando estan ellos solos, aun no he tenido bastante imaginacion para salirme con la mia
Me imagino muy bien a la Merkel.
Por cierto hace 40 años no habia besuqueos
Un beso Carmen

Carmen Santos dijo...

Me alegro de saludarte por aquí, Chea.
De hace cuarenta años, sólo recuerdo que me besaba la familia cuando veníamos de vacaciones en agosto, pero en el setenta y cuatro, cuando vinimos a España para quedarnos, me chocó mucho que enseguida todo el mundo me estampara dos besos para saludarme, estando yo acostumbrada al apretón de mano. No se besaba todo el mundo a todo besar como hacemos ahora, pero con mi mentalidad teutona de entonces, los besos en la mejilla me resultaban muy raros y, a veces, un poco molestos. Como debe de ocurrirle a la Merkel.
Ahora ya lo veo normal, pero en aquel tiempo...