domingo, 22 de febrero de 2009

EL 23-F Y LAS PATATAS BRAVAS



Hay acontecimientos que marcan a generaciones enteras, ya sea debido a su carácter optimista o, por el contrario, a sus consecuencias trágicas. Tanto nos marcan, que al cabo de los años aún somos capaces de recordar dónde nos encontrábamos y qué hacíamos cuando el primer hombre pisó la luna, cuando aquellos dos aviones se incrustaron en las Torres Gemelas, cuando estallaron aquellas bombas en los trenes de cercanías de Madrid y destrozaron la vida de tantas personas…

¿Y el 23-F?

Yo viví el intento de golpe de estado en Valencia. Y siempre asociaré la tarde del 23-F a las patatas bravas. Mi marido, que entonces aún no lo era, se acababa de licenciar en la mili y lo estábamos celebrando los dos con una merendola en un bar llamado La Tierra. Creo recordar que estaba por la calle Emilio Baró. Justo andábamos hincándoles el diente a unas deliciosas patatas picantes cubiertas de mayonesa y tomate (había más tapas sobre la mesa, pero sólo recuerdo las bravas) cuando entró un hombre en el local, alteradísimo y voceando que la Guardia Civil había tomado con armas el Congreso de Diputados. En el bar se hizo un silencio sepulcral, como suele decirse siempre. A nosotros las papas se nos quedaron literalmente atravesadas en la garganta.

Como éramos muy jóvenes, muy inconscientes y no podíamos creer que algo así estuviera ocurriendo cuando nuestro país empezaba a sacudirse la caspa de la dictadura, nos subimos al Fiesta y fuimos al centro. Vimos pocos coches particulares por la calle, pero sí muchos vehículos de la Guardia Civil y del ejército patrullando y proclamando desde los altavoces el toque de queda. Por las aceras corrían unos cuantos peatones con cara de estar tan asustados como nosotros. Tardamos bien poco en dar media vuelta e irnos a mi casa, de donde no nos movimos ni para asomarnos a la ventana. A lo largo de la noche, nos enteramos de que los tanques habían tomado Valencia. Mi padre volvió hacia medianoche del trabajo, en una empresa situada en un pueblo de Valencia, y se encontró de lleno con el cerco de tanques en Primado Reig. El pobre entró en casa desencajado y pálido como un espectro.

Afortunadamente, lo que pudo haber devuelto a nuestro país a las catacumbas de las que empezaba a salir, ahora lo recordamos como la bufonada de un grotesco personaje tocado con mostacho y tricornio charolado y su famoso “¡Se sienten, coño!”. Pero, ¡qué miedo pasamos entonces! ¡Y qué miedo retrospectivo entra al pensar en lo que pudo haber ocurrido aquel día, del que mañana se cumple un nuevo aniversario, y cómo estaríamos ahora de haber triunfado el golpe!

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo estaba cambiando una rueda al coche pues acababa de tener un pinchazo, mientras tenía la radio puesta y estaban retransmitiendo la sesión de investidura. En un primer momento pensé que lo que se escuchaba era un montaje de la radio, pero enseguida me di cuenta de lo que realmente sucedía. Me quedé desconcertado, hasta el pnto de que paré a una señora que pasaba junto a mi para contarla lo que estaba pasando. La señora sé fue casi corriendo a su casa y yo subí corriendo a la mia para dar la noticia.

Como bien dices, hay cosas que permanecen grabadas en la memoria.

39escalones dijo...

Uf, y en Valencia, casi el ojo del huracán... Yo cumplí cinco añitos en el transcurso del golpe, así que apenas recuerdo algo más que a mi madre planchando y la tele, que entonces estaba encendida, con la cámara enfocando un hemiciclo semi-desierto. Poco más.

Anónimo dijo...

¡Ajá, aquí está ña entrada del 23-F!. Bueno, primero voy a contestarte a lo que quedó pendiente de la canción "pecaminosa": "ella" dice "Je t´aime" (te quiero) y "él" contesta "moi, non plus" (pero , yo no) lo cual, me parecía fatal con el éxtasis en que ella entra."Les reins" significa, lietralmente, los riñones,y en francés se utiliza también para hablar de la espalda. A mí, que soy muy clásica, no me cuadraban mucho estas idas y venidas "entre tes reins" con la postura del misionero...et voilá, resulta que, en la peli, la chica (Birkin) es una camarera con aspecto de chicazo que se enamora del chico (Joe d Álessandro) que es homosexual. Como ella tiene ese aire masculinoide, acaba llevándoselo al huerto, aunque está claro que él no está enamorado, y la tórrida canción corresponde a una escena de sexo anal.
¿Qué te parece? Yo me he quedado muy satisfecha, porque mi punto débil es la curiosidad, y a mí, la cancioncita era algo que durante mucho tiempo me rondó con la machaconería de lo que no acaba de cuadrarnos. Gracias a tí, lo rescaté del olvido, y gracias a san Google se desveló el misterio...
Besos
Pepa

Carmen Santos dijo...

Ernesto: Es curioso cómo en estos casos, aparte del acontecimiento que después pasa a la historia, se nos quedan grabados un montón de detalles cotidianos y accesorios, esas pequeñas cosas como un cambio de rueda, unas patatas bravas, etc.

39escalones: Si que estábamos aquel día en pleno ojo del huracán en Valencia. Daba mucho miedo, la verdad.

Pepa: Gracias por compartir con nosotros tus pesquisas sobre la canción "pecaminosa" por excelencia. Yo debo de ser muy retorcida, porque después de consultar en el diccionaro lo de "entre tes reins", imaginaba alguna postura relacionada con la retaguardia. Ahora, y gracias a tu investigación, ya tengo la confirmación y sé de qué va la película.


Besos

Miguel Ángel Yusta. dijo...

Es curioso cómo recordamos al cabo de los años lo que en ese día y hora hacíamos...Fueron horas de angustia que, por fortuna, se saldaron sin sangre. Pudo haber ocurrido de todo. La democracia es, siempre, un niño al que hay que cuidad día a día , minuto a minuto, para que no se nos vaya...Un besote, Carmen.

Carmen Santos dijo...

Desde luego que tenemos que cuidarla, Miguel Ángel.
Un beso

Anónimo dijo...

Yo estaba haciendo 4º de Medicina, y al día siguiente teníamos que presentar un trabajo de Patología Quirúrgica que habíamos preparado en equipo y llevábamos retrasadísimo. Hete aquí que uno de los miembros del equipo era un chico mayor, veterinario militar, al que, por supuesto, acuartelaron.
En nuestra inconsciencia, pasamos la tarde del 23 F la mar de felices, poniendo como excusa que Tomás tenía el trabajo consigo...
Eran tiempos sin e-mail, sin Internet...y sin conocimiento, por lo menos en mi caso. Cada vez que alguien me cuenta el miedo que pasó ese día, lo poco que durmió, o dónde se escondió, yo silbo y miro para otro lado...Es que, de verdad, no me lo creí, me pareció como una chaladura, algo sin pies ni cabeza. Y lo curioso es que, viendo las imágenes (imágenes que tardamos casi 20 días en ver por TVE) me sigue pareciendo como una mala puesta en escena de una peli de Berlanga, con esos tricornios, esa parla, esos diputados por los suelos...Y Suárez, tan digno, con su cigarro (qué cosas)
¿Tú no crees que en todo ese asunto hubo mucho más que todavía no sabemos?
Besitoss
Pepa

Anónimo dijo...

Viví la transición de mi País a la democracia día a día con ilusión .Recuerdo esos años perfectamente, aunque me esté mal decirlo, tengo una memoria de paquidermo. Dicen, comentan, que la memoria es la inteligencia de los tontos, pues eso , yo soy tonta. Aquella tarde estaba en mi casa haciendo los deberes con mis hijas de seis años y me enteré por una llamada telefónica que en el Congreso había entrado la Benemérita y tenía a todas sus señorías sentaditos en sus escaños y más callados que en todas sus vidas......Ahora me rio, pero "que noche la de aquel día" pendientes en todo momento de la radio y la televisión. No soy monárquica, pero que alivio ver al rey pronunciando como nunca y con una serenidad y aplomo que por lo menos a mí me transmitió tranquilidad. Carmen ,viendo el vídeo que has puesto me ha hecho recordar una de las cosas que más me impresionó cuando ya pudimos todos ver la grabación de TVE y fue el General Gutierrez Mellado, ni siquiera cuando dispararon hizo el mínimo gesto. Perdona que me haya alargado.Saludicos

Carmen Santos dijo...

Pepa: Lo de la inconsciencia, como dices, creo que fue algo muy común en los que entonces éramos muy jovenes. Creo que simplemente no podíamos creer que algo así volviera a ocurrir cuando las cosas empezaban a marchar en España. Por eso nosotros fuimos al centro con el coche, en lugar de meternos directamente en casa. Porque no nos podíamos creer lo que estaba pasando. Aunque en nuestro caso, el panorama en las calles de Valencia se encargó de meternos miedo en el cuerpo y de hacernos ver que aquello iba muy en serio.
Las imágenes de Tejero y compañía, vistas ahora con la distancia del tiempo, si que resultan grotescas. Demasiado grotescas para una película de Berlanga. Él es mucho más sutil.
Besos

Carmen Santos dijo...

Si, Carmen, al revisar el vídeo, también me ha vuelto a impresionar la dignidad de Suarez mientras llovían ráfagas de metralleta y el valor de Gutiérrez-Mellado al enfrentarse con semejantes energúmenos. Creo recordar que también Carrillo se quedó sentado bien tieso. Menudo valor.
Creo que aquella noche todos respiramos con alivio cuando salió el Rey.
Besos