viernes, 19 de septiembre de 2008

MAMMA MÍA




Charlando el otro día con unos amigos salió a relucir Mamma Mía, la película donde Meryl Streep, Pierce Brosnan y otros actores “serios” se desmelenan por completo con canciones de ABBA, aquel grupo sueco que ganó el Festival de Eurovisión con Waterloo en 1974, cuando aún venerábamos ese evento (que ya ha dejado de ser venerable) y nos reuníamos a verlo ante el televisor la familia al completo (en plan familia Ulises con abuela, canario y caja de magdalenas), otras unidades familiares amigas (también con sus abuelas, sus canarios y sus cajas de magdalenas), parientes de ocasión y, a veces, algún vecino afín. Yo nunca llegué a ser fan de los ABBA, porque a grandes dosis su música y aquellas puestas en escena tan horteras me producían sensación de empacho. Aunque no niego que algunas piezas, como la famosa Dancing Queen, o esa de Super Trouper, por ejemplo, tienen su aquel e inyectan ganas de ponerse a bailar hasta cuando estamos postrados en el sillón del dentista con la boca abierta.

Pero no era eso lo que pensaba comentar, sino cuánto me choca el abismo que hay entre las opiniones de la crítica especializada y las del público de a pie. Mientras los primeros, la mayoría de ellos, al menos, han calificado a la película de mala sin más, los segundos, el público de a pie, están entusiasmados y la han convertido en un exitazo.

Y cavilando sobre todo esto, me ha surgido la pregunta del millón: ¿debemos medir una película (o un libro, o una composición musical) que sólo pretende entretener y lo hace bien (en este caso, pienso que muy bien), con el mismo rasero que aquellas películas serias que antes llamábamos “de arte y ensayo”? De acuerdo, Mamma Mía es una historia muy simple, amable, con un toque picarón, que no tiene ninguna profundidad ni se complica la vida en ningún momento. No trata temas serios, no hurga en las miserias de los personajes, no nos hace reflexionar, pero tiene espectaculares números musicales (incluso usando la música de ABBA), escenas muy cómicas, buenos actores que hasta aparentan pasárselo bien y, en resumen, su visión promueve el optimismo (cosa nada desdeñable en estos tiempos que corren). De los que hayáis visto Mamma Mía en el cine, sed sinceros: ¿quién no ha salido tarareando mentalmente Dancing Queen? ¿Quién no se ha reído a carcajadas viendo a la Streep y a las otras dos ex integrantes del grupo Donna y las Dynamo cantando Super Trouper, con esas plataformas y esos trajes chillones al estilo de Priscilla, Reina del Desierto? Y el regalo final, cuando todos los actores cantan Waterloo disfrazados con trajes años setenta, es impagable (atención a Pierce Brosnan y Colin Firth en plan componentes de Abba).

Yo confieso que me lo pasé muy bien viendo Mamma Mía. Y no me siento nada culpable por haber disfrutado de un producto comercial e intrascendente. No sólo de Bergman vive el cerebro. Creo que no hay nada de malo en consumir cine o literatura de entretenimiento, siempre que sepamos qué es lo que nos estamos echando a la mente, que también tiene derecho a sus ratitos de diversión frívola.

Ah, a Maruja Torres también le gustó Mamma Mía. Véase su artículo publicado el día 14 en El País. Aquí, una pequeña perla:
Gocé como una enana con unas canciones en las que apenas reparé en su momento y con un despliegue de buen hacer veterano. Gocé, sobre todo, con lo moralmente libérrimo que parece el argumento, en cuanto a sexo, en estos virginales y pastoriles tiempos del tóquese usted mismo delante de Internet.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, Carmencita
Yo no he visto la peli, pero me gustaría colocar un apunte al hilo de lo que tú comentas sobre el abismo entre crítica y público. Está sacado del prólogo que Vázquez Montalbán hizo a un libro de Andrea Camilleri (el papá del divertidísimo comisario Montalbano), atención, de 1998:
"...ante la comprobación de que la literatura más artesanal puede ser ratificada por el gran público mediante el concurso de un cambio de gusto: la vanguardia de los lectores, hoy mucho más determinante que la vanguardia de la crítica, por mal que les siente a algunos críticos empeñados en identificar al público con el "mercado" para desacreditarlo como juez..."
Creo que esto puede, igualmente aplicarse al cine, y sirva de paso como homenaje a un escritor muy, muy de mi agrado
Besitoss
Pepa

Carmen Santos dijo...

Sí, la cita da en el clavo. Claro que Vázquez Montalbán era un hombre muy lúcido y un pedazo de escritor. La serie del detective Carvalho es insuperable, con ese ayudante Biscuter, esa novia (se llama Charo, ¿verdad?) y esas recetas de cocina que daban ganas hasta de ponerse a guisar.
Besos

Anónimo dijo...

Lo que menos me gustaba era cuando quemaba un libro...
Oye y, por cierto, no tiene nada que ver con esto, pero, es que me acabo de acabar tu "La vida en cuarto menguante" (que, por cierto, me ha costado conseguir) y me ha entusiamado. Me lo he ventilado en 2 días (es decir, 2 trasnoches) y me parece un libro genial. ¿De dónde has sacado, brujilla, la inspiración que da vida al pedazo de personaje de Toño? Bueno, mejor no me lo cuentes, que es más divertido imaginar...
Besos
Pepa

Anónimo dijo...

Estoy totalmente de acuerdo, yo disfrute con la película, que contemple como un entretenimiento y no pensé nunca que me iba a encontrar con una "obra maestra profunda".
Y en el tema de la crítica, me ocurre igual; un simple ejemplo, hace poco vi la película francesa "Un verano en la Provenza" y al leer luego las críticas, qe la calificaban como obra de arte, personajes impactantes y realistas, tema relajante... y así podría continuar, me pregunté si habríamos visto la misma película; a mi personalmenteme resultó lentísima, con una fotografía desaprovechada y un tema típico y tópico, llena de silencios que no venían a cuento y... Se ve que no me enteré bien.

Un saludo

Ah, tomo nota de "La vida en carto menguante"

Carmen Santos dijo...

Pepa:
me alegro de que te haya gustado "La vida en cuarto menguante". Yo le tengo mucho cariño a ese libro, ya que fue la primera de mis novelas que se publicó.
El personaje de Toño sale de la imaginación sin más, pero evidentemente, es más divertido imaginar...

Ernesto:
no he visto "Un verano en la Provenza", pero la película me había llamado la atención y había tomado nota para verla más adelante, así que, me viene muy bien conocer tu opinión.

Besos

Anónimo dijo...

Pues es que se trata de un personaje tan magistralmente trazado, que parece sacado de alguna inconfesable realidad...
El de Alma también, pero parece más fácil inspirarse, no tenemos más que mirarnos un poco al espejo, o mirar a nuestras amigas, en cambio el chaval se sale totalmente del entorno que te imagino, aunque, claro, quién soy yo para ponerte un entorno...
De cualquier manera, excelente, repito, excelente.
Lo único que no pega nada del libro es esa horrible portada que te pusieron los de Zócalo/Onagro. Me parece un cuadro espantoso. Una pena mora, porque, aunque parezca que no, la portada de un libro es bastante importante ¿no? a la hora de las ventas
Bueno, pues otra vez enhorabuena. Has parido unos "hijos" geniales en este libro
Besos
Pepa

La Perra de Kenia dijo...

mis padres la han visto y dicen que les ha gustado mucho ... tendremos que verla o bajarla del mundanal mundo del internet :)
Besos

Carmen Santos dijo...

Pepa: A mi esa portada me parece maja, pero ya se sabe que en eso de la portada de un libro (y del formato en general) siempre hay gente a la que le encanta y gente a la que no le gusta nada. Como todo en la vida. Si a todos nos gustara lo mismo, nos aburriríamos.
Gracias por los elogios.

Roben: Es una peli muy divertida para pasar un buen rato. Y aunque sólo fuera por los paisajes de Grecia que salen, que son magníficos...

Besos

Anónimo dijo...

Vaya, pues eso es lo importante, que te guste a tí...

Carmen Santos dijo...

Mujer, tampoco se trata de que la portada guste sólo al autor. Lo que quería decir es que es muy difícil complacer a todo el mundo por igual, porque cada uno tenemos diferentes gustos. Ocurre con frecuencia que la misma portada parezca maravillosa a unos y horrible a otros, sin contar las opiniones intermedias. Y todo eso con la misma ilustración.
Como dice el refrán: "para gustos los colores".
Besos