lunes, 9 de junio de 2008

ATARDECER EN LA MALVARROSA

Esta foto la tomé en la Malvarrosa, algunos días antes de que la contaminara la mancha de fuel que obligó a cerrar la playa por unos días. Agudizando la vista, a la izquierda se ve el hotel de lujo que han construido donde en tiempos estaba el Balneario de las Arenas, o el establecimiento de baños, como dice Manuel Vicent en su novela Tranvía a la Malvarrosa. Caminando por la zona donde se celebraron las regatas de la Copa de América el año pasado, y recorriendo el paseo de la playa mientras hacíamos tiempo antes de ir a comer una deliciosa paella a L’Estimat, me dio por recordar cómo conocí la Malvarrosa en el verano del setenta y cinco, cuando fui por primera vez a la playa de ese Balneario con forma de Partenón de escayola pintado de azulete, como lo describe Vicent en su sensual novela que huele a Mediterráneo desde las primeras líneas.

La Valencia de mediados de los setenta todavía se parecía mucho a la de los cincuenta que retrata Manuel Vicent. Para ir a la playa, nos subíamos a uno de aquellos trenets prehistóricos de vía estrecha que partían de la Estacioneta, situada junto al cauce seco del Turia, enfrente del puente peatonal que mis padres aún llamaban el Puente de Madera, aunque entonces ya hacía años que no era de madera. El trenet se parecía mucho a los que salen en las películas de vaqueros atravesando el Salvaje Oeste plagado de indios pintarrajeados y malvados hasta el tuétano. Recuerdo que era verde y tenía en cada extremo una plataforma descubierta, de tipo jardinera. Los asientos se componían de listones de madera que se clavaban en el trasero. En verano, el trenet de la Malvarrosa iba tan abarrotado que los chicos más atrevidos hacían gala de su virilidad viajando colgados de los estribos de las puertas. Claro que con lo lentos que iban esos cacharros, no creo que corrieran un gran peligro.

Al poco de atravesar la Avenida de Primado Reig, el trenet abandonaba la ciudad y empezaba a traquetear por huertas que nos colaban a través de las ventanillas abiertas un intenso olor a acequia. Con ese pestazo afincado en la nariz, llegábamos a la Malvarrosa con nuestro equipaje playero colgado del hombro y caminábamos hasta la entrada al Balneario. No me acuerdo de cuánto se pagaba por hacer uso de la playa. La arena estaba dividida en varias zonas: una para mujeres y otra para hombres. Creo que había un espacio más para familias, aunque de eso ya no estoy muy segura. Lo que sí recuerdo con claridad era la cenefa de cabezas masculinas asomadas por encima de la cerca de madera que separaba su playa de la de las mujeres. A algunas chicas exhibicionistas les hacía gracia tener un público masculino tan entregado y en su honor se retorcían haciendo posturitas a lo Marilyn Monroe sobre la toalla. Cuando abandonábamos el recinto femenino para ir a comprar un refresco al bar, hombres y muchachos nos devoraban con la mirada. Hay que confesar que daba cierto morbo sentir tantas miradas masculinas clavadas en nuestras carnes adolescentes.

Ahora, donde se alzaba el histórico Balneario de las Arenas han construido el lujoso Hotel Las Arenas. Según he leído, uno de los dos anexos con estructura de templo griego es el antiguo balneario restaurado. Bueno, sabiendo que el Balneario sigue allí, aunque camuflado, inspira algo menos de pena que haya desaparecido la vieja Malvarrosa llena de sensualidad que describe Manuel Vicent para convertirse en una zona “fashion”, que también tiene su encanto porque ha quedado muy bonita, pero ya no es lo mismo.

Y para concluir este post evocando el sabor de aquellos años setenta, ¿qué mejor que la mítica canción Mediterráneo de Joan Manuel Serrat?

8 comentarios:

La Perra de Kenia dijo...

tinc que donar-te l´enhorabona perque has fet que esta nit estiguera mes propet de la nostra terreta . Tancant els ulls he vist tots els paratjes que has dibuixat amb les teues paraules.
Moltes gracies Carme , un abraç´
La Perra

Carmen Santos dijo...

Hola Roben:
Me alegro de que te haya gustado esta evocación nostálgica de la Valencia de cuando eras niño (¿o igual no habías nacido aún??? ¡Cielos, qué vieja me siento!).
(Te contesto en castellano, porque el valenciano lo entiendo bien, pero no lo hablo ni escribo.)
Un abraç

La Perra de Kenia dijo...

Perdon por escribirte en valenciano ... es que me emociono y noi puedo parar... Muchos de los parajes q has narrado los conozco por mi abuela y mi madre. Tb por ir en bici desde casi Mislata hasta Blasco Ibáñez y de ahí hasta la Malvarrosa. Me sentí fatal cuando ví la mancha de aceite, esperemos que no se haya perdido todo. Y otros relatos tb los conozco por la película de Tranvía a la Malvarrosa.
Vixca la Terra , també vixca "Mañolandia"
Besos
Roben

Carmen Santos dijo...

Yo también me sentí mal con el vertido. Las mareas negras son una lacra y se siente mucha rabia e impotencia, pero cuando se conoce el lugar, parece que aún da más pena, porque aparte de contaminar las costas, también contamina nuestros recuerdos.
Por cierto: desde Mislata hasta la Malvarrosa en bici es un buen trecho, ¿no?

Anónimo dijo...

¿Cómo te las arreglas, Carmencita, para llegarme siempre al corazón? ¿Te puedes creer que este tema de Serrat, El Grande, me ha emociona do hasta las lágrimas, desde que lo oí por primera vez siendo una cría, hasta ahora? Parece mentira ¿no? siendo totalmente de tierra adentro
¿Tendré algún ancestro que en su emigración desde Atapuerca al valle del Ebro detuviera su peregrinar en la Costa Brava?...
Besos
Pepa

Carmen Santos dijo...

Es que "Mediterráneo" es un pedazo de canción... Y cualquier tema de este hombre. ¡Serrat es mucho Serrat!
Besos

Anónimo dijo...

¿Qué opinas de "La mujer que yo quiero"? Y del "Romance de Curro "El Palmo" "? Qué tema para una novela ¿no?
Besos
Pepa

Carmen Santos dijo...

"La mujer que yo quiero" me encanta porque me trae muy buenos recuerdos. Y el "Romance de Curro el Palmo" es una auténtica historia de "amour fou", con su planteamiento, nudo y desenlace, como nos enseñaban antes, más un toque de humor muy serratiano. Un tema digno de una novela, desde luego.