lunes, 22 de noviembre de 2010

EL CAFÉ IDEAL



El café ideal es negro como el diablo, caliente como el infierno, puro como un ángel y suave como el amor.

Cita atribuida a Isak Dinesen


Esta cita, que algunos atribuyen a Isak Dinesen, aunque otros dicen que es un proverbio turco, tiene su razón de ser en la entrada de hoy. Y no sólo porque me gusta cómo suena. Ni tampoco porque soy una verdadera adicta al café (prueba de ello es que en mis novelas, los personajes no paran de atiborrarse de cafeína). Esta estupenda frase me sirve para hablar de la comida-coloquio muy cafetera a la que he asistido hoy en el espacio cultural Ágora de Cafés Orús, y que en esta ocasión iba dedicada a la literatura aragonesa y a la relación que han mantenido a lo largo del tiempo las letras y el café.


Ágora
fue inaugurado en junio de este año por la centenaria empresa aragonesa Cafés Orús en su fábrica de El Portazgo, con la idea de programar actividades culturales que girarán siempre en torno al café. Así que, cuando me invitaron a asistir a esta comida-coloquio dedicada al café y las letras, me puse muy contenta. Al fin y al cabo, para una cafetera como yo, participar en una comida elaborada con café por José Ignacio Acirón, el chef del restaurante La Bastilla, es el colmo de los colmos. Si además, los otros comensales son los escritores Javier Fernández, Juan Bolea, María Frisa, Lorenzo Mediano, Fernando Lalana, Teresa Sopeña, Ramón Acín, Julio Espinosa, y periodistas como Adriana Oliveros, y Fernando Rivarés y César Fanlo, además de Paco Goyanes de Librería Cálamo y, last not least, los organizadores del acto Arturo Gastón, Javier Marco y Marisa Beltrán, de Cafés Orús, ya es todo un lujazo.


La verdad es que cuando entré en Ágora, me sentí como Charlie en la fábrica de chocolate. Sólo que en lugar de chocolate (que también me priva), había café por todas partes. Para empezar, pudimos admirar una preciosa colección de cafeteras antiguas, una de las cuales había estado expuesta en tiempos en la cafetería Las Vegas y funcionó en su día con carbón. Después, un barista nos explicó cómo hacer unos mojitos de café, que luego degustamos y estaban riquísimos. A continuación, todos nos sentamos a comer alrededor de una gran mesa puesta con esmero. Los diferentes platos, elaborados con café, estaban buenísimos. Tanto, que aún salivo como los perros de Pavlov cuando me acuerdo del menú. La conversación no decayó en ningún momento. Hablamos, como suele decirse, de lo divino y de lo humano. De literatura, de gastronomía, de café (of course), de la maternidad y de infinidad de cosas más. El espacio Ágora está decorado con mucho estilo y resulta realmente acogedor. Estuve tan a gusto que a la hora de marcharnos, me volví a sentir como Charlie en la fábrica de chocolate, pero ya al final de la película, cuando se le acaba el recorrido por el paraíso de los sentidos. En este caso, un impresionante viaje por el mundo del café que se ha ganado un sitio preferente en mi memoria.


Colgaré foticos en cuanto las tenga.


Y para ilustrar este post, ¿qué mejor que una canción cafetera? Black Coffee, primero en la versión de Ella Fitzgerald y después, en la de Sarah Vaughan para comparar.

6 comentarios:

carmen dijo...

Desde Facebook no he podido entrar y he venido directamente sin recorridos por redes sociales,que a veces y con perdón,van de culo y marcha atrás.
Envidia,eso es lo queme has dado con este post.
Ya colgarás foticos.
Saludicos.
PD.ORÚS ES MI CAFÉ PREFERIDO.

Carmen Santos dijo...

La verdad es que lo pasamos muy bien ayer, Carmen. En cuanto tenga fotos, las colgaré.
Besos

Ernesto dijo...

Café, conversación, buena música de jazz... y tu crónica. ¿Qué más se puede pedir?

Pues si, espero con ansia ver esas fotos. También me has dado envidia como a Carmen, y además yo no conozco ese café.

Besos.

Carmen Santos dijo...

Pronto colgaré las foticos, Ernesto. Es que hoy ya no me da tiempo.
El café es muy bueno. Aquí en Zaragoza lo compramos mucha gente.
Besos

Anónimo dijo...

Gracias Carmen Santos por tus comentarios y gracias también a Carmen y a Ernesto por su interés

Llevamos más de cien años dedicados al café y creímos que había llegado el momento de devolverle al café y a la sociedad, parte de las emociones y los placeres que nos ha dado a lo largo de todos estos años.

El Ágora es un espacio abierto y nos gustaría que fuera un punto de encuentro para la reflexión, del debate y el intercambio de ideas, además de un espacio generador de cultura ....... alrededor de una taza de café.

Javier Marco

Carmen Santos dijo...

Gracias por visitar esta casa, Javier. En Ágora nos brindásteis el otro día un rato muy agradable, en muy buena compañía y en un entorno muy acogedor, del que guardaré un grato recuerdo con suave aroma a café.
Besos