miércoles, 1 de abril de 2009

DESAPARECER DENTRO DE LOS LIBROS

Viene hoy en El País la crónica de la presentación en Barcelona de La encantadora de Florencia, la última novela de Salman Rushdie. Y me han llamado la atención varias cosas que dijo el señor Rushdie. Como por ejemplo esta:

“A menudo tengo el deseo de desaparecer dentro de mis libros, que son lugares mucho más interesantes que la realidad.”


Supongo que esto es algo que hemos sentido a menudo quienes nos sumergimos en la escritura de una novela. A veces, y aunque las cosas marchen bien, no digo ya cuando nos van mal, la realidad puede parecernos rutinaria, grisácea y poco aventurera. Por eso leemos. Por eso vemos películas. Y por eso escribimos. Para vivir una realidad distinta, que sea más estimulante que la nuestra. Aunque se me ocurre que si tuviéramos que vivir esas otras existencias de los libros y las películas, a lo mejor no nos gustarían tanto. O nos parecerían grises e intentaríamos escapar de ellas leyendo, yendo al cine o escribiendo. Podría ser, ¿no?

También dijo Rushdie a propósito de la fascinación que hay en su literatura por los sentidos: los olores, el ruido y los colores, que
la buena escritura habla a todos los sentidos”.
En esto también le doy la razón. Las novelas que me han conmovido, o me han sumergido de lleno en otro mundo, siempre han sido las que saben describir los sonidos propios de un lugar, cómo huelen sus calles o sus campos, el color de la vegetación, el de las casas, el azul del mar o del cielo. Incluso la fragancia del amor. Y mientras escribo esto, me estoy acordando de un libro que me transmitió todas estas sensaciones: Justine, uno de los que forman el Cuarteto de Alejandría de Lawrence Durrell. Mientras lo leía, sentí la ciudad de Alejandría como si me hubieran transportado hasta allí. Y es que leer siempre ha sido una forma barata de viajar.

Y para concluir, otro viaje. Este en el tiempo. Un regreso a los primeros años setenta. Tiempo de utopías, de pantalones de campana y zapatones con plataformas de vértigo. Años en los que aún creíamos en los ilimitados avances de la técnica y pensábamos que el futuro siempre sería mejor que el presente. Y para evocarlos, quién mejor que Marvin Gaye cuando se cumplen veinticinco años de su asesinato a manos de su propio padre.

12 comentarios:

pepa dijo...

Pues, ya que hablas de Lawrencw Durrell, ¿qué te parecen los libros del hermanito, de Gerry, cuando refería sus andanzas infantiles en Corfú?
¡Eso sí que son olores, sabores, colores, del más puro Mediterráneo, narrado, además, desde el humor y la ternura de un punto de vista de 10 años!
Esos sí que son paraísos perdidos, paisajes, gentes que ya no existen, y que para mí son un ejemplo de esta magia de la que tu hablas, del poder de lod libros...
Besos
Pepa

39escalones dijo...

Tremendo lo de la muerte de Marvin Gaye. Si no recuerdo mal, su padre pensaba que Marvin era la encarnación del demonio. Vaya, yo si tuviera que decir eso de alguien Gaye sería probablemente el último de mi lista. Antes pensaría en Nina Hagen, Pete Doherty, Georgie Dann...
Saludos.

mon dijo...

Más que desaparecer dentro del libro, que es lo que suelo hacer cuando leo... yo justo en unos pocos libros desearía más permanecer. En uno que leí el año pasado en concreto, quería seguir leyendo sin detenerme, pero tampoco quería acabármelo, así que mi tesitura estaba entre avanzar y desaparecer más en el libro o permanecer para no dejar de impregnarme de la lectura... al final acabé la lectura intentando saborear cada párrafo y página. Lo malo fue que, cuando lo acabé pensé que no podría leer nada que me transportara tanto, que me hiciera sentir tanto 'la otra realidad'. Que ya que no leería nada que quisiera 'no acabar'. Con lo que tardé como 3 semanas antes de decidirme por 'descorchar' un libro, ninguno me seducía lo necesario. Supongo que se juntó la historia hitchcockniana, las ganas de leerte de nuevo Carmen Santos, y quizás mi propia historia personal.
Qué felicidad más extrema ser feliz escribiendo y hacer a los demás desaparecer y desear permanecer en los libros. Felicidades de nuevo Carmen por tus días de menta y canela.
besos.

Carmen Santos dijo...

Pepa: No he leído los libros de Gerald Durrel, pero tomo nota para mis próximas incursiones en librerías. Pintan muy apetecibles.

39escalones: Yo voto por Georgie Dann. Alguien capaz de sacar cada verano esos "bimbós", esos "chiringuitos" y esas "barbacoas" tiene que ser diabólico a la fuerza.

Mon: Muchísimas gracias. Eres muy amable.


Besos

Anónimo dijo...

Gracias Carmen por este viaje por las sensaciones y el interior que nos has proporcionado. Yo también he querido muchas veces desaparecer dentro de algunos libros (evidentemente no escritos por mi, pero que hice míos), y más frecuentemente en mis sueños, donde me permito recrear mundos y realidades totalmente propias.

Gracias también por volmerme a sentir paseando La Corniche al anochecer, experiencia que disfruté entre otras muchas leyendo a Larry Durrel, y aprovecho para sumarme a la recomendación de Pepa e insistir en que leas al hermano naturalista, Gerald.

Un abrazo

carmen dijo...

Pues Carmen ,te recomiendo encarecidamente a Gerald Durrel.Las aventuras de el y su familia en la isla de Corfú te harán disfrutar.Yo me lo leí hace años y disfruté un montón .El titulo es de lo más acertado.!Mi Familia y otros Animales".Aparte de ser un estupendo naturalista,tenía un magnifico sentido del humor.Que bien que me hayas hecho recordar a Marvin Gaye.Toda la razón a 39.Saludicos

Pepa dijo...

Cómo me gusta comprobar las afinidades literarias y discográficas que tenemos los que paseamos por este blog...
Como ya he dicho en otras ocasiones ¿por qué no buscamos una buena excusa para salir a tomarnos unas cañas?
Una frase que abunda en lo que dice Carmencita (igual ya la conocéis) "La lectura es el viaje de los que no pueden tomar el tren" (F. de Croisset)
Besos
Pepa

Carmen Santos dijo...

Ernesto y Carmen: Me estais poniendo los dientes largos entre todos. Voy a tener que adelantar mi próxima incursión en territorio librero y hacerme con el libro de Durrel. Lo malo es que cada vez que entro en una librería, salgo con un montón de libros que luego no tengo tiempo de leer al ritmo que me gustaría. Ay, señor, señor, cómo se me acumula el trabajo.

Pepa: La verdad es que es todo un lujo recibir visitas como las vuestras en este blog.
No había oído la frase de Croisset, pero me encanta. Tomo nota.


Besos

pepa dijo...

Carmen, el lujo es para nosotros, por disponer de tu blog...bla, bla, qué finos somos
Bueno, yo insisto en lo de las cañas, y así a lo mejor algún día se hace realidad
Ah, y los libros de Durrel tan chulis son 3 (la llamada "Trilogía de Corfú")el primero es, como te decía Carmen, "Mi familia y otros animales", lugo "Bichos y demás parientes" y el tercero (para mí el más divertido) "El jardín de los dioses". Están en versión bolsillo y són fáciles de encontrar (yo suelo comprar en la Librería Central, pero vamos...)
Lo único malo que tienen es la nostalgia que entra de algo que nunca podremos conocer, que es la peor nostalgia, pero bueno, para eso están los libros, para proporcionarnos ese universo paralelo que los escritores construís para nosotros...
Besos
Pepa

Carmen Santos dijo...

Vaya información tan completa, Pepa. Muchas gracias. Lo dicho, lo tendré en cuenta para mi próxima incursión en una librería.
Besos

entrenomadas dijo...

En un barrio gris como el mío, donde la gente apedreaba perros por diversión, los libros de Gerald Durrell me hablaban de la isla de Corfú, del mar, de animales desconocidos, de su cuidado, del sentido del humor, del respeto por la vida, por la de todos, animales incluidos, of course.

Al poco tiempo leí el Cuarteto y quede fascinada por "Justine". Una joya. Les debo mucho, mucho.

Carmen, precioso post el que has subido hoy

Un abrazo,


M

Carmen Santos dijo...

Marta, a mí "Justine" me deslumbró por las descripciones que hace de Alejandría (esa luz, esos aromas de sus calles, hasta podía sentir en la piel la humedad del mar) y por la gran sensualidad de la historia de amor que narra. Después leí los otros tres y también me gustaron mucho, pero no me llegaron tanto como el primero, que me dejó, como dices tú, fascinada.
Nada, que tengo que hacerme cuanto antes con los libros del hermano Gerald.
Besos