lunes, 8 de febrero de 2010

EL BRILLO DE LOS ÍDOLOS

El sábado venía en Babelia un interesante artículo de Ignacio Vidal-Folch sobre ciertos genios de la literatura que fueron despreciables como seres humanos. Entre otros cita a Céline, Neruda y Gorki (enlace aquí). En realidad, el tema no es que sea novedoso. ¿Qué adicto a la literatura no habrá debatido esta cuestión alguna vez con sus amistades o en una tertulia literaria? La de veces que me sorprendí yo en el pasado (ahora, cada vez menos) cuando alguien me hablaba de ese artista idolatrado que en su vida privada había sido un egoísta, un parásito plagiador, un tacaño de lo más mezquino o incluso un sádico perverso. Como si el hecho de escribir una obra literaria de las que nos hacen babear de admiración y mucha envidia, componer una pieza musical sublime, o crear una película magistral, implicara a la fuerza una gran dosis de bondad y humanidad.

Y, sin embargo, creo que todos nos inventamos una personalidad idealizada para quien ha sido capaz de llegarnos al alma con una obra magnífica. Sobre todo, si ese artista se ha prodigado poco en los medios y no sabemos nada de él. Claro, cuando luego alguien publica sus pequeñas y estupidas mezquindades o sus grandes perversiones, nos llevamos un chasco monumental porque ese ser ruin de discurso anodino no casa con lo que nos había hecho creer su obra y se nos viene abajo la imagen idealizada. Lo mismo me ha ocurrido alguna vez con actores de esos impresionantes y viriles que me habían embrujado con una interpretación maravillosa y al verlos en una entrevista de televisión, me resultaron seres tontorrones de risa infantiloide que no paraban de decir sandeces.

En fin, si me gustara discurrir moralejas, la de hoy podría ser: no quieras saberlo todo sobre tu ídolo, porque se hará humano y perderá el brillo.

(La fotografía de Louis-Ferdinand Céline es de Roger Viollet y la he tomado de El País.)

NOTA IMPORTANTE: Puesto que en los últimos días no paran de entrarme en el blog comentarios-spam (diseminados a lo largo y ancho de las entradas que he ido escribiendo desde que lo abrí, por lo que lleva su tiempo buscar el post correspondiente y borrarlos), he incluido un control de comentarios por “verificación de palabra”, algo que pensé que no haría jamás y que me da mucha rabia. Esto no os afectará a los que soléis entrar a opinar en este blog y ya sois amigos cuyos mensajes son siempre bienvenidos, pero evitará (o eso espero) que se cuelen los odiosos e ininteligibles mensajes enviados por esa lacra que son los robots de spam.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Volvemoa a estar de acuerdo Carmen, con los autores que leemos nos ocurre como con los locutores que escuchamos. Cada uno de nosotros nos hacemos una imagen de ellos que necesariamente no tiene que corresponder a la realidad.

Lo importante es lo que nos dice, lo que significa para cada uno aquello que leemos o escuchamos. Y creo, no obstante, que en la mayoría de las ocasiones, cuando se sigue fielmente a un autor, llegamos a conocer al menos su forma de pensar, de sentir, de vivir. Y cuando no es lo que pensábamos, lo acabamos descubriendo en sius obras.

Suerte con los spam, yo tocaré madera no me suelen llegar muchoa.

Un beso.

Carmen Santos dijo...

Buen matiz, Ernesto. Cierto que a muchos autores "se les ve el plumero" al leer sus obras, sobre todo cuando hemos leído varias. Aunque creo que hay algunos que son muy hábiles, o tal vez ahí esté su genialidad, porque son capaces de transmitir en sus obras una idea de ellos que no se corresponde con su forma de ser. Recurriendo a los ejemplos que pone Vidal-Folch en el artículo, a Céline está claro que se le ve enseguida por dónde va, pero yo con Gorki jamás habría pensado, cuando leí "La madre", que fue un esbirro al servicio de Stalin. Claro que de eso hace muchos años y una servidora era muy joven. Quizá ahora si que le calaría.

Lo del spam es que es horroroso. A mí antes sólo me llegaba de vez en cuando algún comentario de esos, pero desde hace algunos días entran cada vez más. Y me da mucha rabia, porque me gusta mantener este espacio ordenado y sin basurillas de ese tipo. Espero que ahora ya no se me cuelen.

Besos

39escalones dijo...

El otro día en otro blog comentábamos el mismo asunto relativo al cine en relación con la nueva biografía publicada sobre Clint Eastwood. Si saltamos de la literatura al cine, es que no se salva ni uno...
Saludos.

Carmen Santos dijo...

Cierto, si el personal se pone a hurgar en las miserias de los personajes famosos (pero famosos por haber creado algo que valga la pena, no por haber salido en Gran Hermano o similares), no escapa ni uno. Precisamente Clint Eastwood es un ejemplo de artista cuyas miserias no me apetece en absoluto conocer. Prefiero quedarme con el regustillo de las buenas películas que ha hecho. No creo que me dé por comprar esa biografía nueva.
Besos