miércoles, 29 de abril de 2009

OJOS VERDES COMO LA ALBAHACA

Después de mucho buscar, hoy he dado con la versión de Ojos Verdes de Concha Piquer en http://www.goear.com/, otra mina al estilo de YouTube donde se puede encontrar de todo. Por fin puedo completar mi recopilación de la banda sonora de Días de menta y canela con la versión de la Piquer que no encontré en su día.

Esta canción es la que podría servir de fondo musical mientras se lee el siguiente trozo de la novela (y en la que pensaba cuando escribí la historia, también a la hora de ponerle el título):




Alcé los párpados con precaución. Un hombre en bata blanca, cuya estatura me pareció gigantesca desde mi desfavorable posición, me miraba con mucha ira acumulada en sus ojos de color esmeralda. De hecho, poseía el iris más verde que había visto jamás. Un auténtico prodigio de la naturaleza. Recordé la copla que cantaba mi madre cuando se metía en la cocina, o mientras limpiaba la casa: “Ojos verdes, verdes como la albahaca. Verdes como el trigo verde y al verde, verde limón”. Me levanté a cámara lenta, estrujándome la mente en busca de algún argumento para aplacar a ese individuo. De pie ya no parecía tan enorme, aunque seguía siendo bastante más alto que yo.

La inquietud no me impidió estudiar a fondo a mi contrincante. Tenía frente a mí a un varón de cabello negro, tan corto como si estuviera haciendo el servicio militar. La piel era pálida y apenas mostraba arrugas, salvo unos cuantos pliegues insignificantes alrededor de los ojos. La zona inferior del rostro estaba adornada por una barbita recortada con coquetería, en la que conté sobre la marcha cuatro o cinco hebras de plata. Eché un vistazo rápido más abajo del mentón. Lo que dejaba entrever la bata abierta parecía hallarse en buen estado de conservación. Concluí que Héctor Laborda, junior, era un hombre apuesto. El efecto inmediato de esa conclusión fue una sonrisa involuntaria, me temo que bastante boba.

La versión de Concha Buika también me gusta mucho:


10 comentarios:

Anónimo dijo...

Una canción para el recuerdo de la infancia de quienes tenemos ya unos años; la oíamos cantar a las madres y en la radio.

Las novelas con banda sonora (como yo las denomino) me parecen perfectas; es un placer evocar la música citada mientras se lee, y tu obra Días de menta y canela tiene esta característica. Ahora estoy leyendo "Un día perfecto" de Melania G. Mazzucco, y también hace mención a canciones, hasta el punto de incluir al final una lista de las mismas.

Recuerdo igualmente, entre otras muchas, "La neblina del ayer" del cubano Leonardo Padura que va desarrolándose a los sones de bolero.

Gracias por tu intereante entrada Carmen que, como siempre, incita a la reflexión.

Saludos

mon dijo...

Parece imposible separar nuestra vida de las canciones. Como si hubiera una banda sonora para algunas cosas, las más especiales o las más rutinarias. En casa mi madre nos daba la paliza con el folklore popular menos popular. Yo creo que en mi clase nadie escuchaba a Rafael Farina, a Perlita de Huelva, a Juanito Valderrama, a Luis Lucena, aunque seguramente sí a Antonio Molina, que parece que era de gusto más generalizado... Pues yo no dejo de seguir oyéndolas dentro de mi cabeza como un disco rallado y caduco: horteras, machistas algunas, pero también encieran un tiempo de mi niñez, de mi inocencia, de la limitada (esta sí que con fecha de caducidad) complicidad con mi madre que en su momento fueron mis vivencias y mi banda sonora.
Besos. Mon.

Carmen Santos dijo...

Ernesto: Sí, Ojos Verdes es una de las canciones que antaño cantaban nuestras madres y se oían a través del patio de luces.

Tomo nota de los libros que comentas. Tus recomendaciones siempre son muy interesantes. Es buena idea eso de incluir al final de una novela la lista de las canciones que forman parte de la historia. Lástima que no se me ocurriera para "Días de menta..." Bueno, igual para las próximas.
Besos

Carmen Santos dijo...

Mon: Tienes razón. Todos tenemos grabadas en la memoria canciones que con sólo escucharlas, nos hacen regresar a determinados momentos de nuestras vidas, algunos buenos, otros dolorosos, otros rutinarios, en fin... de todo. Como tú dices: la banda sonora de cada uno.
Besos

entrenomadas dijo...

Adoro esa canción y en la voz de Concha Piquer me parece sublime.
Me parece estupenda esta entrada. Unir texto y música, entrelazarlos de esta manera tan bella.

Me quedo un rato y repito menú.

K,


Marta

carmen dijo...

Es que el tándem texto música bien traído,es una mezcla de lo mejor.Estupenda la Piquer en esos Ojos Verdes unida al texto.Me ha gustado mucho Carmen .A mi me la cantaba mi abuela por mis ojos.Lo recuerdo con cariño.Saludicos

Carmen Santos dijo...

Muchas gracias, Marta. A mi también me gusta mucho Concha Piquer. Ponía algo especial a la hora de cantar que la distinguía de otros cantantes de copla.
Curiosamente, de joven no me gustaba la copla. Para mí era la música de mis padres (contra la que había que rebelarse) y la música del folclore rancio que nos había dejado el franquismo. Tardé bastante en descubrir que hay coplas sublimes que son auténticos relatos y cantantes muy buenos.
Besos

Carmen Santos dijo...

Me alegro mucho de que te haya gustado, Carmen.
Aquí hago en cierto modo lo mismo que en mis novelas: acompañar lo que cuento con la música que me sugiere la historia. Es un pequeño vicio que tengo.
Besos

39escalones dijo...

Personalmente no me gusta la copla (será cosa de reminiscencias familiares). Dicen que mi abuela, andaluza ella, cantaba estupendamente todo el repertorio de la Piquer. Me lo perdí. Quizá por eso no me gusta la copla, porque me recuerda lo que me he perdido.
Saludos.

Carmen Santos dijo...

39escalones: A mi antes tampoco me gustaba, aunque por otras razones. La asociaba con el folclore rancio del que tanto abusó el franquismo y también era la música de la generación de mis padres, contra la que había que rebelarse a toda costa. Pero ahora hay coplas y cantantes que me gustan. La Piquer es una de ellos.
Besos